«Nos están tomando todo el barrio». Los hosteleros de Cimadevilla, al igual que la asociación vecinal, se manifiestan hartos del «botellón». Y ahora que el gobierno local ha puesto en vigor una ordenanza que lo prohibe, exigen que comienza a aplicarla dado que, desde que empezó su período de vigencia, denuncian que «en vez de ir a menos el problema ha ido a más». Una representación de los hosteleros del barrio se reunió ayer con Rafael Felgueroso, concejal de Seguridad Ciudadana, y reclamaron, al igual que hace la Asociación de Vecinos «Gigia», que se aplique «con urgencia» la ordenanza de convivencia, que establece sanciones de 100 a 750 euros por el consumo de alcohol en la vía pública.

«Se está convirtiendo en un gran problema porque va a más y no a menos. Estamos muy en contra de todo lo que está pasando y con todas las expectativas en que se aplique la normativa urgentemente», señala Juan Menéndez Viejo, portavoz de la Asociación Hostelera DeCimavilla. Una visión similar aporta Aída Artime, presidenta de la Asociación de Vecinos «Gigia». «Esto te descoloca. Me llegan fotos, comentarios y cosas que dicen familiares, sobre que esta situación es insostenible. Confiábamos en que la ordenanza trajera alguna mejoría, pero todo lo contrario. El "botellón" aumentó y está ya en calles que era impensable», afirma.

En la reunión mantenida ayer entre hosteleros y la concejalía de Seguridad Ciudadana, el edil, Felgueroso, les explicó que todavía necesitan unas semanas para aplicar la ordenanza en Cimadevilla, así como la opción que barajan de controlar los accesos al barrio para impedir el acceso de personas cargadas con bolsas con alcohol. Opción que, en principio, desechan los hosteleros del barrio. «Llevar bolsas no es ilegal, así que eso es complicado. Debería de haber un control a partir de las 20 horas y presencia policial directa en las zonas donde se hace "botellón". Y según se sienten los chavales, requisar bebida y avisarles», explica Menéndez Viejo, que tiene claro que «el control tiene que ser desde primera hora, porque si la Policía entra a las dos de la madrugada con 2.000 personas, se genera más problema».

Tanto hosteleros como vecinos denuncian además que la Policía Local hace «caso omiso» de las llamadas y «terminan por no cogerte la llamada». Algunos, como Roberto Prieto, hostelero y también vecino, denuncian situaciones «dantescas». «Llego echo polvo a casa de trabajar y me encuentro a uno vomitando en el portal y otro con el que casi me tengo que pegar para entrar», cuenta.

Juan Menéndez Viejo, por ejemplo, no puede dar el segundo servicio de la noche en su terraza de la turística plaza de Arturo Arias, conocida como «El Lavaderu»: «Es imposible llegar a las mesas con bandejas. Los guajes se creen los reyes. Antes, cuando consumían bebidas de los locales, por lo menos se garantizaba que lo recogíamos nosotros. Ahora queda todo lleno de bolsas», explica. Vecinos y hosteleros apremian al Ayuntamiento para que aplique la prohibición. «Se está llevando a la gente al límite», sentencia Artime.