Pablo TUÑÓN

"¿Cómo va a cerrar el Dindurra que lleva tantísimos años aquí?". La sola idea de la desaparición del único gran café de la ciudad que ha sobrevivido al paso de los años contraría a muchos gijoneses, sabedores de la importancia para la historia municipal del emblemático local situado junto al teatro Jovellanos. El fallecimiento, el pasado lunes, de su propietaria oficial, Margarita Huerta García, cierra un ciclo del café Dindurra y abre un período de incertidumbre para su pervivencia 114 años después de su fundación. Sin embargo, clientes, comerciantes, vecinos y habituales del paseo de Begoña, donde se ubica la cafetería, esperan y confían en que se encuentre una solución de continuidad para el Dindurra, que ayer permaneció "cerrado por defunción".

Una solución que, en un principio, intentarán alcanzar desde el seno de la familia descendiente de Amparo Felgueras, quien fundara en 1899 el gran café. Rafael Nosti, hijo de la recién fallecida Margarita Huerta -que regentó el negocio al ser la viuda de un hijo de Amparo Felgueras- es trabajador del local. Está recibiendo muchos ánimos para recoger el testigo y ponerse a la cabeza del negocio, para lo que deberían de retramitar y modificar la documentación del café al encontrarse bajo el nombre de su recién fallecida madre.

En cualquier caso, con Margarita Huerta se deja atrás un ciclo de 114 años de historia del café gestionado primero por su fundadora y luego por sus hijos, nueras y yernos. El lunes, tras el fallecimiento de Margarita Huerta, los trabajadores del Dindurra, abatidos, se temían la peor de las suertes, al tener serias dudas de que Rafael Nosti recoja el testigo. Otras personas del entorno del Dindurra coinciden en sus temores, a pesar de que en un principio la familia intentará seguir con el negocio.

Unos temores que llenan de incertidumbre el futuro del histórico café de Begoña para sorpresa de los habituales de la zona. "¿Cómo van a cerrar el Dindurra que lleva tantísimos años aquí? Si cierran el Dindurra ya no pinta nada este paseo de Begoña", comentaba ayer Lina y Alba, de la confitería Cortina, situada justo enfrente del gran café. "Si cierra lo echaríamos mucho de menos. Así que lo coja quien sea. Eso sí, que mantenga lo que es el Dindurra", agregaban. En el cercano restaurante El Paseo se manifestaban en un sentido similar. "¿Cómo va a cerrar el Dindurra? No me entra en la cabeza ¿Cuánto tiempo lleva ahí? No puede cerrar, no me gustaría", manifestaba Violeta Cuevas, socia del restaurante.

Virginia Rodríguez y Adolfo García Carrio, un matrimonio de Langreo, se dirigía ayer al Dindurra para tomar un café, hasta que se percataron del cierre por defunción. "Casi siempre que venimos a Gijón tomamos café con churros, que están buenísimos. Me extrañaría muchísimo que cerrase. El sitio, el local... Todo es fantástico", aseguraba Virginia, muy segura de que "debería de salvarse por la ciudad, por sus clientes fijos, por el verano, porque con el calor está preciosa la zona, llena de gente". Y se lamentaba: "¡Cuántas cosas mueren!".

Dolores Fernández, que ayer paseaba por Begoña, también es cliente habitual del Dindurra. "Pienso que de cerrar, alguien lo cogería. Es un sitio antiguo, que funciona bien. Si no, debería intervenir el Ayuntamiento, es histórico", opinaba esta gijonesa. "No sé si los herederos, que son los que tienen que seguir, se quieren quedar con el asunto. Pero se debería de salvar el café. Es emblemático. Aunque no es el mejor momento, puede ser que lo coja alguien porque el sitio es fantástico", señalaba ayer por su parte Alberto Lueje, otro gijonés que pasaba junto a la puerta cerrada del local.

Un sentir que alcanza, más si cabe, a ex trabajadores del Dindurra. Entre ellos, destaca Miguel Martín Toribio, quien trabajó durante cuarenta años en el emblemático local. "Veo difícil el futuro. Pero espero que la familia siga adelante con el café. A ver si animamos al hijo de Margarita para que siga. Sería una pena. Son 16 personas trabajando", expresaba ayer. Con orgullo opina que "como el café Dindurra no hay ninguno en toda España y las mejores tertulias siempre fueron allí".

Tras el fallecimiento de Amparo Felgueres, el Dindurra quedó en forma de comunidad de bienes como propiedad de sus cuatro hijos, los Nosti Felgueres (Pilar, María Luisa, Celestino y Ramón). Familia que también regentó negocios como el café San Miguel, el Oriental o el Auseva. Con el paso de los años, Margarita Huerta, mujer de Celestino, quedó reflejada como la propietaria en el contrato. Ahora, con su fallecimiento, se cierra un ciclo en el café más histórico de la ciudad, al que los gijoneses desean continuidad.