Nació allá por el año 1945 de la mano de los Hermanos de San Juan de Dios, como una forma de hacer más llevadera la estancia en el Sanatorio Marítimo a los niños enfermos de poliomelitis. Apenas unas pocas figuras en la sala donde permanecían hospitalizados los pequeños con las que, sin saberlo, se estaba instaurando una de las tradiciones invernales de la ciudad. No hay Navidad sin visita previa al belén del Marítimo.

Estos días ha abierto sus puertas y de él no queda nada ya de antaño, aparte de su espíritu fiel a la tradición cristiana. Porque de la sala de hospitalización ha pasado a un espacio propio, mucho más grande, motivado por la gran cantidad de visitas que recibió el belén ya desde sus inicios. En la actualidad está compuesto, como indica el personal del centro encargado de su montaje, por unas 125 piezas, que cada año se desmontan y se empaquetan cuidadosamente. Con el discurrir de los años el nacimiento ha ido renovándose, y esa filosofía se mantiene hoy en día. "Cada año se mejora y se amplía, calculamos que en cada Navidad el belén cuenta con un 25 por ciento de nuevas piezas encargadas a maestros españoles", explican sus artífices.

En los primeros años se exponían valiosas figuras y reproducciones a escala de la arquitectura asturiana muy apreciadas por el público. Después, con la incorporación del hermano Efrén Suárez a la comunidad de Hermanos de San Juan de Dios, el belén recibió "un nuevo y decisivo impulso". Fue él quien consiguió montar un nacimiento costumbrista de grandes dimensiones, que daba cabida a detallados paisajes y monumentos asturianos. Muchas de las figuras ya tenían movimiento, gracias a un proceso de creación artesanal.

A finales de los años 90 se realizó una nueva y definitiva remodelación, que conllevó un cambio de ubicación y de estilo, orientando el belén hacia la inspiración bíblica, fiel a los pasajes de las Sagradas Escrituras para reproducir cuidadosamente los personajes, modos de vida y escenas de la vida cotidiana en Palestina. De hecho, este año se han introducido algunas figuras de soldados romanos, para completar la estampa de lo que debieron ser aquellos años por aquellas tierras.

Junto a ellos, los oficios tradicionales ocupan un importante espacio en el nacimiento, con un molino de aceite, artesanos de distintos ramos y un estudiado efecto de iluminación, sincronizado con una música compuesta expresamente por los trabajadores del Sanatorio Marítimo.

La cita no defrauda, y cada año pasan por el belén cerca de 15.000 personas. Muchas "ya quieren venir a verlo en noviembre", cuentan sus responsables. Pero no es hasta ahora, y hasta el próximo día 6 de enero, cuando se puede visitar un nacimiento que ya es toda una institución local.