Un musicoterapeuta es un profesional capaz de establecer o de ayudar a recuperar relaciones sociales y afectivas. Patxi del Campo, vasco de 1959, es un musicoterapeuta con una larga y contrastada experiencia: lleva en el Instituto de Música, Arte y Proceso de Vitoria desde 1986. Este especialista fue ayer uno de los protagonistas de la cuarta jornada del Festival de Música Antigua. Auxiliado por el conjunto "Forma Antiqva" y por el contratenor Carlos Mena, condujo una concurrida sesión de musicoterapia en el Antiguo Instituto con la que la direccción del certamen gijonés vuelve a apostar, por tercer año consecutivo, por el acercamiento de la música clásica a colectivos desfavorecidos y personas con dolencias o problemas psicomotrices. "La sociedad cada vez reclama más su uso", señaló.

España ha sido un país que no ha prestado demasiada atención a la música como terapia, pese a que se ha utilizado con esa función desde los tiempos prehistóricos. Del Campo recordó ayer que Inglaterra, en cambio, ha incluido ese tratamiento entre los servicios de su Seguridad Social y que en Dinamarca, por ejemplo, se hacen cuatro tesis doctorales al año sobre este uso de la música.

"No se trata sólo de incentivar el goce estético, que también, sino de entender la música como un proceso humano", indicó Del Campo. Las aplicaciones de la musicoterapia son amplias, desde casos de autismo o alzhéimer, hasta en las dolencias causadas por la fibromialgia. "Lo que se pretende es mejorar nuestros receptores sensoriales, que podamos expresar y transmitir mejor nuestras emociones y sensaciones", subrayó el musicoterapeuta.

Estos tratamientos experimentaron un auge tras la formulación de la teoría psicoanalítica de Freud y, más aún, con la proliferación de casos de mutismo tras la Segunda Guerra Mundial. "Descubren, de pronto, que un paciente recupera el habla después de escuchar cierta música; a través de ésta podemos romper el círculo del ensimismamiento", afirmó el especialista.

Del Campo rechaza, en cambio, que escuchar a Mozart nos haga más inteligentes, como llegó a publicarse: "Foma parte de la mercadotecnia; ni siquiera podemos decir que una música es más terapéutica que otra, porque su efecto depende de la historia sonora de cada uno, de la biografía y el contexto". Él mismo ha utilizado con éxito el "Bolero" de Ravel hasta que una mujer, en una sesión, rompió a llorar desconsolada. Su marido acababa de fallecer escuchando esa melodía. Ayer optó por la música barroca.