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El pasado más dulce

Gijón, que llegó a tener 62 fábricas, fue referente de la industria chocolatera, objeto de un estudio de la ingeniera química Claudia Prieto

El pasado más dulce

Hubo un tiempo no muy lejano en el que Gijón era muy dulce. No en vano, la ciudad contó a lo largo de los dos últimos siglos con hasta 62 fábricas de chocolate, y puede que haya sido alguna más. La ingeniera química Claudia Prieto ha seguido el rastro de aquella industria chocolatera pujante, motor de una parte nada desdeñable de la economía regional y que en el caso gijonés tuvo una singular relevancia. Esta tarde presenta los resultados de sus investigaciones en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón en la charla "La industria del chocolate en Gijón", a las 20.00 horas en la Sala Cultural de Cajastur Monte de Piedad.

Una industria que en toda Asturias llegó a tener 302 fábricas, y en la que Gijón despuntó claramente. "El del chocolate fue un sector muy pujante para la economía regional, en un contexto en el que, en aquellos años, la industria alimentaria era la segunda del país, y donde las chocolateras representaban el 80 por ciento de la actividad", explica Prieto.

En el siglo XVIII la producción fue puramente artesanal, "moliendo el cacao a brazo, con molinos de agua, piedras y molinos de tracción animal". Después llegaría la industrialización y la modernización con los molinos eléctricos, con lo que la producción se disparó.

Como apunta Claudia Prieto, "el chocolate a la taza era un elemento indispensable", con un alto consumo entre todas las clases sociales. Gracias a esta alta demanda se fundaron numerosas fábricas de chocolate, porque "era un proceso relativamente barato y generaba mucho negocio a su alrededor". Litografías, papeles de envoltorio y redes de distribución a toda España y a ultramar empezaron a coger auge en Gijón. Sobre todo, porque el puerto de El Musel ofrecía un interesante punto de llegada de materias primas y de salida de productos hacia América.

Fueron unos años florecientes en los que en Gijón se crearon fábricas como La Primitiva Indiana, Chocolates Kike, La Herminia, La Fama, La Economía, El Puma, Chocolates Aguirre, Chocolates César G. Morán o La Perla Americana, entre muchos otros. Tal fue la calidad de estas fábricas que algunas llegaron a ser proveedores de la Casa Real durante años. La Perla Americana incluso surtió de chocolate en exclusiva al Vaticano, lo que le valió al heredero de la fábrica primitiva el título de Marqués de San Feliz. Relataba la publicidad de esta marca, rescatada por Claudia Prieto, cómo "veintidós son las clases de chocolate que constituyen el abundante y variado surtido de esta fábrica, once con canela, siete sin ella y cuatro con vainilla. Para que el público pueda apreciar la importancia de esta fábrica y el esmero con que se ejecutan sus operaciones, puede visitarla en los días de trabajo". Y para los que quieran conocer de primera mano detalles y curiosidades de esta industria, pueden escuchar esta tarde a Claudia Prieto.

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