Con 98 años y energía de sobra, María Donata Rodríguez Fernández puede presumir de una vida larga y fructífera, no exenta de dificultades. Ayer el municipio le rindió homenaje en el XVII Encuentro de la mujer rural, una cita para rescatar del anonimato la labor abnegada y en muchas ocasiones callada de las mujeres del campo.

María Donata, "Mari" para sus vecinos, nació en el barrio La Figar de la parroquia gijonesa de Ruedes, el 24 de Octubre de 1916. Huérfana de padre a los cuatro años, bien pronto se vio en la necesidad de colaborar al sostenimiento de la familia junto con su madre y su hermana. Una infancia dura en la que sólo podía ir a la escuela en días alternos, turnándose con la hermana para poder echar una mano en casa, como recordaba ayer en el encuentro celebrado en el Ayuntamiento.

Fueron años de vacas y agricultura en los que, para colmo de males, también sufrió una infección ocular de la que nunca se recuperó completamente. Pero también fueron de "romerías, de alegría", con recuerdos de bailes y festejos en las parroquias circundantes.

Unos tíos se la llevarían a vivir con ellos en su casería de Vilorteo, en la vecina parroquia de La Pedrera, antes de empezar a trabajar como lechera con apenas 18 años con un burro con el que recorría las zonas rurales para vender la leche en el centro de Gijón. Más tarde vendió productos de su casería en la Plaza del Sur, se casó con Juan Antonio y tuvo a su único hijo, Juan, quien destacó desde bien joven como ciclista en pruebas locales y que siempre contó con sus padres como "fans" entregados.

Con los años, tras décadas de faena en la casería familiar, regresó a su parroquia natal, Ruedes, donde hizo gala de su don de gentes y la participación activa en cuantas actividades se organizaban. Desde hace un tiempo vive en una residencia en Caldones, y ni el buen humor ni las ganas de conversar la han abandonado.

Así lo demostró ayer durante el homenaje como "Mujer rural" de este año en una recepción arropada por representantes de los partidos políticos y de las diferentes vocalías de la mujer. Emocionada, no pudo menos que agradecer el galardón antes de disfrutar de una cena en el restaurante La Carbayera de Granda. Un día de celebración en una vida plena y de campo.