La actual situación económica y laboral está lastrando la emancipación de los jóvenes, de manera especial en Asturias. De hecho, el Principado es la tercera comunidad de España con menos tasa de emancipación. Sólo un 18 por ciento de los jóvenes menores de 30 años dejaron el año pasado la casa familiar para crear su propio hogar, según los últimos datos hechos públicos por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.

La gran dificultad que deben afrontar los jóvenes asturianos es la de los ingresos: cualquier menor de 30 años que aspire a comprarse su propia vivienda debería cobrar casi un 70 por ciento más de lo que cobra mensualmente para poder hacer frente a la adquisición de una casa. Tal y como explicó ayer el sociólogo Joffre López, encargado de presentar los datos del Observatorio de la Emancipación, cada joven debería ingresar unos 1.660 euros al mes y "debería destinar el 50 por ciento de su salario para poder adquirir una vivienda en propiedad". En las circunstancias actuales, los menores de 30 años sólo podrían aspirar con su sueldo a una superficie máxima construida de 58,9 metros cuadrados.

Un reflejo, explica el sociólogo, de los grandes males que aquejan a la sociedad asturiana: "precariedad de los trabajos, temporalidad, subocupación y sobrecualificación". Es decir, los jóvenes de la región son de los que más tasas de temporalidad en los trabajos alcanzan en el conjunto nacional, y también están a la cabeza del desfase entre la formación académica con la que cuentan y la cualificación que se les exige para el puesto que desempeñan. Con este panorama, sólo el 18 por ciento de los jóvenes asturianos han logrado tener su propia vivienda, con la mayor reducción de la tasa de emancipación de toda España en el último año.

A ello se suma una progresiva reducción del número de jóvenes de más de 25 años en la región, empujados por la necesidad de salir fuera en busca de un mejor futuro laboral. El saldo migratorio, de esta manera, ha sido negativo, con más jóvenes que se han ido fuera de los que han decidido establecerse en Asturias. Además, se observan diferencias en cuanto a la actividad laboral por sexos: las mujeres jóvenes con estudios superiores tienen una tasa de ocupación un 10 por ciento mayor que la de los hombres, con lo que ellas lo tendrían más fácil para conseguir comprar vivienda. Y también son, por otra parte, las que más emigran en busca de un buen trabajo. Como indicó Joffre López, el 30 por ciento de las emigraciones al extranjero fueron de mujeres jóvenes.

Con los datos sobre la mesa, el panorama no es alentador. Sobre todo, si se tiene en cuenta que "tener trabajo no exonera de estar en situación de pobreza y exclusión", apuna el sociólogo encargado del análisis de los datos.

Por eso, los consejos de la juventud lanzan un mensaje de advertencia. "No podemos reaccionar de otra manera que no sea con indignación por la continuidad de esta situación", denunció ayer en Gijón Héctor Saz, presidente del Consejo de la Juventud de España, quien llamó a las nuevas fuerzas políticas a "poner en marcha medidas que hagan que el mercado de la vivienda sea asequible para los jóvenes, para evitar la sangría de la emigración juvenil".

Sheyla Suárez, presidenta del Conseyu de Mocedá de Asturias, exigió por su parte al próximo gobierno regional "la creación de planes de empleo juvenil y una mayor coordinación entre todos los agentes implicados", en un momento en el que, como denuncia, "ha habido muy poca voluntad política de escuchar las demandas de los jóvenes". Asimismo, Suárez insistió en la importancia de llevar a cabo un plan de repatriación de quienes emigraron buscando un futuro mejor y "no se han encontrado con las condiciones óptimas".