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ALEJANDRO BUSTO GONZÁLEZ | Jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Gijón

"Si ahora mismo parara el tráfico marítimo, sería una catástrofe"

"El número de emergencias que se registran en el Cantábrico no es espectacular, pero las que hay resultan muy graves"

Alejandro Busto, en su despacho de la torre de salvamento de El Musel. JUAN PLAZA

Recién incorporado a su puesto en la torre de Salvamento Marítimo en El Musel, el gijonés Alejandro Busto afronta con ilusión este nuevo destino profesional tras haber permanecido durante los últimos ocho años en el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento Marítimo, en Madrid

-¿Cómo surgió la oportunidad de volver a Asturias?

-Fue una oportunidad de esas que se dan una vez en la vida y tienes que tomar una decisión. Soy de Gijón, toda mi familia es de Gijón y la jubilación de Gerardo Barrio (el anterior jefe de la torre) me ofreció esa oportunidad, que siempre deseas, en el fondo. Así que sopesando razones personales y profesionales, al final, decidimos venirnos para acá.

-¿Qué diferencia la labor que realizan desde el Centro Nacional de Coordinación a la de una torre como Gijón?

-El trabajo es completamente diferente, por eso es también interesante el traslado. Profesionalmente resulta muy atractivo e ilusionante. Madrid es un destino especial porque es una especie de centro neurálgico o centro de operaciones marítimas. Normalmente allí no estamos involucrados en la coordinación directa de las emergencias sino más bien en la supervisión del cumplimiento de los procedimientos en los incidentes y la coordinación internacional y nacional, desde cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado a nivel nacional e internacional. En Madrid se lleva a cabo una labor de información a los máximos responsables dentro de lo que es la Dirección General de Marina Mercante. También desde allí se llevan ciertas gestiones como las radiobalizas de localización de siniestros, que asegura que toda la información está correcta, que no hay ningún error y que ha llegado bien.

-¿Cómo afronta esta nueva etapa profesional en Gijón?

-Con mucha ilusión. El hecho de haber estado en Madrid te da una visión global de conjunto muy importante y realmente, al venir aquí a Gijón, no me siento desvinculado. Somos un servicio nacional y la gestión tiene que estar pensada en el mejor uso posible de los recursos. Nosotros tenemos una zona asignada de responsabilidad pero trabajamos muy intensamente con Finisterre, Santander, Bilbao y, por supuesto, Madrid.

-¿Cuál son las funciones del jefe de la torre de El Musel?

-La torre de Gijón lo que hace es gestionar y materializar las tres grandes competencias que tiene la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima: salvamento de la vida humana en la mar, control del tráfico marítimo, con sus diferentes variantes y la lucha contra la contaminación en la mar. Ahora controlamos también el tráfico portuario porque tenemos un convenio con la Autoridad Portuaria pero no termina ahí nuestra responsabilidad porque la ley impone un seguimiento del tráfico desde que entra en nuestra zona de responsabilidad de búsqueda y salvamento. El tráfico costero como oceánico ya se hacía pero ahora se añade la zona de servicio portuario.

-¿Qué impacto ha tenido la ampliación portuaria desde el punto de vista de la seguridad?

-Para nosotros el nuevo dique no ha cambiado nada. No ha significado que se haya duplicado el número de barcos ni el tamaño de los que vienen. En su día ya la autoridad marítima tomó las medidas correspondientes y cuando finalmente se terminaron las obras no hubo realmente un impacto grave para nosotros. Ni siquiera geográficamente el hecho de que esté un poquito más afuera o más adentro tiene impacto.

-¿Es Gijón una ciudad que vive de cara al mar?

-Yo creo que sí, pero esta es una apreciación muy personal. En mi entorno siempre se ha visto como una ciudad volcada al mar pero se debería volcar más todavía. La gente todavía tiene una idea de que los buques y el puerto son el enemigo, una cosa extraña que está ahí con unos aparatos muy feos que nadie sabe qué hacen mientras que, por ejemplo, en el mundo aeronáutico es todo lo contrario, todo el mundo está orgulloso de ello. Nos parece que es muy familiar porque en algún momento se ha viajado en él pero la gente realmente no se da cuenta que el tráfico marítimo es como la sangre del cuerpo humano. Si ahora mismo no hubiera tráfico marítimo sería una catástrofe.

-¿Más catástrofe aún que cerrar el espacio aéreo?

-Sin duda. Todo el tráfico de mercancías es de una importancia brutal. La gente muchas veces no se da cuenta. Cuando van a comprar a Mercadona o a una tienda de ropa probablemente no se dan cuenta de que la mayoría de materias primas han venido por vía marítima en algún momento de la cadena de transporte. En España y a nivel europeo más del 90% de las mercancías llegan por vía marítima.

-En Gijón un tema sensible es la contaminación vinculada al movimiento de graneles en el puerto. ¿Mirar hacia El Musel, a día de hoy, es mirar hacia uno de los principales focos de contaminación en la zona Oeste?

-Yo creo que no es cierto. Vivimos en un mundo muy avanzado donde tanto el Principado como el Ayuntamiento y la propia Autoridad Portuaria tienen unos sistemas de control que muchas veces puede parecer algo espectacular pero realmente no tiene un impacto tan grande. Sin embargo, otras cosas como el tráfico de coches sí tienen un impacto importante pero lo vemos como algo familiar cuando debería ser todo lo contrarios. El puerto de El Musel, para Gijón, es un impulso económico muy importante. Todos los puertos generan una riqueza muy grande en las ciudades en las que hacen el servicio.

-¿Qué características presenta la fachada marítima gijonesa desde el punto de vista de las acciones de coordinación de Salvamento?

-Una característica importante que tiene ya no solo Gijón sino todo el Norte es nuestra querida mar. No es lo mismo el Cantábrico o el Atlántico Norte que el Mediterráneo. Nos sitúa en una posición en que aunque el número de emergencias, comparado con otros centros del Mediterráneo, no es espectacular las emergencias que hay suelen ser muy graves. Aquí cuando entra el invierno no es lo mismo una operación con olas de un metro que de ocho y aquí en el Norte es donde se dan esas circunstancias.

-¿Cuáles son los tiempos de respuesta ante una emergencia?

-Depende de las unidades pero nosotros ahora mismo tenemos establecidos unos 15 minutos. Ese tiempo de respuesta cuenta desde que se da la orden de movilización a la unidad hasta que la unidad sale lista para el servicio. Es un compromiso extremadamente fuerte: exige una planificación y una nivel de preparación muy importante y una profesionalización de nuestras tripulaciones muy fuerte.

-¿Las últimas emergencias en el Cantábrico hacen prever una atención especial o refuerzo en esta zona?

-Ya está tenido en cuenta el número de unidades y cómo están desplegadas y se corresponde a un criterio de máxima cobertura utilizando esas unidades a su máximo rendimiento y eficiencia. En su día se hizo una planificación y mientras en algunos centros del Sur se han tenido que enfrentar a fenómenos como el de la inmigración irregular que sí ha implicado una reestructuración del servicio, aquí en el Norte no. Básicamente continuamos con los servicios y con las unidades que estaban establecidos y que dan cobertura suficiente a todas las emergencias que hay.

-¿Hasta qué punto el fenómeno de la inmigración obliga a replantear los servicios actuales de Salvamento Marítimo?

-De momento la inmigración irregular en España tiene una característica que es que el flujo está estabilizado, el número de personas que intentar cruzar por vía marítima es el mismo desde hace muchísimos años, con lo cual en su día ya se tomaron las medidas, cuando en el 2005 y 2006 llegó el primero boom de inmigrantes a las costas andaluzas y canarias. Luego se produjo un proceso de estabilización en el cual se ha estado trabajando muy intensamente con el Ministerio del Interior para lograr cortar esos flujos y asegurar que se salvaba la vida humana. Ahora mismo no prevemos ningún refuerzo porque ya se estudió en su día. Ahora bien, si nos viéramos de repente en una situación como la que está sufriendo Italia o Grecia evidentemente habría que replantearse la planificación de las unidades.

-¿Hacen falta más profesionales formados para atender las necesidades de la Sociedad de Salvamento Marítimo?

-Por supuesto. No puedo decir otra cosa. Probablemente a los técnicos siempre se nos acusa de que siempre pedimos más pero es lógico. Sabemos que los recursos no son ilimitados y que una de nuestras misiones es utilizarlos de la manera más eficaz y eficiente y cuidarlos para que se continúe con ese servicio pero formación y personal para mí son inversiones, no gastos.

-¿Cómo están las plantillas ahora?

-Las plantillas están ajustadas. Aquí se entra mediante un concurso oposición. Desde que la persona aprueba hasta que recibe su certificación no suele pasar mucho, estamos hablando de meses; varía mucho dependiendo de la capacidad formativa que tenga pero luego nosotros tenemos formación en el lugar del trabajo que realmente es lo que le da al operador la habilitación para finalmente estar de guardia con responsabilidad en Gijón. Para una persona que venga de otro centro es de apenas una semana pero si viene nuevo podríamos estar hablando, si no hay muchas emergencias, de un mes o dos. Ahora mismo está superajustado, para nosotros lo ideal sería más tiempo en formación a esa gente en el centro Jovellanos y en el propio lugar de trabajo.

-¿Qué supone para Sasemar el emplazamiento en Gijón de un centro como el de Veranes?

-La presencia del centro Jovellanos convierte a Gijón en un punto muy especial dentro de la red nacional. Uno de nuestros objetivos fundamentales es mantener el nivel de formación de la gente. Este centro nos permite lograr unas sinergias e interactuar de una manera importante y está en una situación privilegiada tanto para formar a nuestra gente como para que todo el mundo se aproveche de su presencia en Gijón. Se genera un intercambio de alumnos y de conocimientos muy importante. También es un banco de pruebas muy interesante para nuevos productos.

-¿Episodios recientes en la mar como el del "Prestige" o el "Costa Concordia" han incidido sobre la perspectiva sobre la seguridad en la mar?

-Desde el punto de vista de salvamento de la vida humana en el mar, el "Prestige" fue un éxito, es decir, no hubo ningún tipo de problema. En ese caso es más bien un tema de competencia de la lucha contra la contaminación. Respecto al tema del Salvamento Marítimo tenemos que recordar que el tráfico marítimo tiene un riesgo inherente, nadie lo pone en duda y dentro de ese riesgo existen una serie de normas y regulaciones internacionales que lo minimizan al máximo, tanto en las inspecciones que realiza capitanía marítima como las propias normas de seguridad que debe cumplir un barco y que si no, no se le autoriza para navegar. En ese sentido, hoy en día la responsabilidad de la seguridad a bordo de un buque sigue siendo del capitán. La Administración del Estado no ha adquirido esa responsabilidad, es el capitán quien tiene que tener el barco listo para responder ante cualquier emergencia. Nosotros lo que somos es un servicio cuando se traspasa esa barrera, es decir, cuando la capacidad del buque ha llegado a un punto de no retorno es cuando necesitan el apoyo desde tierra.

-¿Podría considerarse el Cantábrico como un "punto negro" en cuanto a los accidentes marítimos?

-Realmente no. Habría que ver la clasificación de acuerdo a qué estamos hablando. ¿Es un punto negro de hundimiento? No. ¿De abordajes? Tampoco. Puntos más problemáticos son el estrecho de Gibraltar, donde se concentran muchos accidentes en un espacio muy reducido. Aquí los incidentes están muy repartidos. Los accidentes de buques sí se concentran en los puertos porque es donde realmente se concentra el tráfico y donde se producen situaciones de más riesgo pero, por lo demás, no existe un punto negro definido.

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