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La adhesión al plan de vacunación de la gripe cayó casi el 10% en una década

El principal objetivo de la campaña, que se inicia hoy, es evitar hospitalizaciones y fallecimientos en pacientes de riesgo

Federico Fernández Noval, técnico de salud pública del área V. MARCOS LEÓN

En el año 2003 Gijón tocó techo en la vacunación de la campaña de la gripe. Con más de 50.000 dosis de vacuna administrada se pudo alcanzar el objetivo global de administrar la inmunización al 65,1% de la población a la que iba dirigido: la población mayor de 65 años, los enfermos con alguna patología crónica, las embarazadas, el personal sanitario o de emergencias y los convivientes o cuidadores de enfermos crónicos.

En la década siguiente ni los objetivos del 65% ni la población a vacunar ha cambiado, pero sí lo ha hecho la adhesión de la comunidad gijonesa a una campaña que cada vez se ve con más escepticismo y desapego. En 2008 el objetivo de vacunación sólo llegó al 60% de la población diana y en 2013 se tuvo la punta más baja: 51,4% de cumplimiento de la campaña. Sólo el pasado año, 2014, se cerró con una ligera subida (se cumplió el 53,4% del objetivo), lo que aún es pronto para interpretar como un cambio de tendencia o un hecho puntual.

Así las cosas, la campaña de vacunación que hoy se inicia en Asturias -con 55.000 dosis de vacuna reservadas inicialmente para administrar en el área V, en 24 puntos de distribución diferentes- lo hace envuelta en la misma incertidumbre de los últimos años. "Llevamos años advirtiendo esa caída de vacunación tanto en Gijón como en Asturias y el resto de España. Es una tendencia general y es una pena. Es cierto que sobre la vacuna de la gripe pesan varios inconvenientes, pero también es cierto que es inocua y eficaz para lo que se persigue", explica Federico Fernández Noval, técnico de salud pública del área V y experto en vacunación.

Para Fernández Noval son varios los factores que juegan a la contra con la vacuna de la gripe: su cambio de composición -que obliga a repetir la vacunación cada año-, su cambio de efectividad que hace que no siempre parezca igual de eficaz o el hecho de que ni los profesionales sanitarios muestren una predisposición inequívoca hacia ella.

"La vacuna cambia de composición cada año porque se fabrica en función de los virus del año anterior. Así que si finalmente en esta campaña no circulan los mismos virus, la protección que dará la vacuna será menor. Aunque efectiva siempre lo es de alguna manera, porque existe un parentesco entre cepas. A esa variabilidad se suma que si te has vacunado pero has pasado por algo que se ha parecido a una gripe, aunque puede ser un cuadro vírico diferente, el enfermo acaba desconfiando de la efectividad. Todo eso genera confusión y un escepticismo que sufre incluso la población médica", explica Fernández Noval, que ratifica que "ninguna vacuna es eficaz al cien por ciento". Pese a todos esos condicionantes, lo que los expertos quieren dejar más claro es que "la principal utilidad de la vacuna es evitar las complicaciones graves, como son la hospitalización e incluso la muerte, de las personas de alto riesgo. Personas con enfermedades crónicas a las que una gripe puede descompensar de una manera brutal", sostiene. Y ahí se podría añadir otro handicap de la campaña vacunal: la banalidad con la que muchas veces la población general ve la gripe. Que si bien en personas sanas es vista como una enfermedad común "en los crónicos y personas de riesgo es una enfermedad que cada año causa la muerte a mucha gente", matiza Fernández Noval.

El grupo de crónicos y mayores de 65 años son el colectivo a vacunar principal, pero el técnico gijonés pone el acento también en la importancia de que personas sanas que conviven o cuidan o trabajan con enfermos se vacunen porque así "formamos como un círculo de protección a su alrededor, y eso también es de mucho interés y efectividad".

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