En plena polémica por el incumplimiento de la promesa de Rajoy de terminar con los puentes a cuenta del que se atisba en el horizonte, del de la Constitución del año que viene, que amenaza con durar una semana, los escolares y las familias gijonesas van a tropezar con uno bien sabroso. Del viernes al lunes próximos las aulas de la ciudad estarán cerradas porque los profesores han juntado uno de sus días libres a los tres días de descanso reglamentario. Nada que objetar, faltaría más, al ejemplar gremio de enseñantes. El problema les llega a las familias en las que los dos progenitores trabajan, que se encuentran con un viernes complicado en el que tendrán que hacer arabescos para colocar a los niños. No son problemas menores. Como no es problema menor cumplir la promesa de terminar con los puentes que hizo en su día Rajoy para contentar a no se sabe quién. Sólo la anunciada laicidad de Pedro Sánchez podrá con ellos. Pero tampoco. Al tiempo.
