El doctor en Historia y escritor Juan Carlos de la Madrid se ganó al público del Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón a través de su ponencia sobre los orígenes de los espectáculos de varietés. Incluso se atrevió a cantar una pieza de "La corte de Faraón".

Un viaje a través de sonidos e imágenes desde la llegada del cinematógrafo a España en 1896. Esas primeras filmaciones formaron parte de la amplia oferta que contenía el espectáculo. Por un lado las varietés y por otro los variopintos complementos. Un trayecto contextualizado en la historia y las costumbres del país desde finales del siglo XIX, con público de baja estofa, popular, hasta la transformación total de enfocarlo a un público de masas.

La temática coincide con el centenario de la desaparición en 1915 de cupletista madrileña Consuelo Vello "La Fornarina". Una efeméride que concuerda con el fallecimiento, este año, Lina Morgan. Ambas marcaron el punto de partida y llegada del viaje propuesto por De la Madrid.

Los espectáculos de varietés, en origen, iban enfocados al pueblo, gentes con nula capacidad de gasto y en una época en que el ocio no se entendía. Se trataba de un género ínfimo que fue ganando en picardía y seguidores con el tiempo. Desde "La Fornarina" hasta Consuelo Portela "Chelito", pasando por la Bella Brita. Mujeres artistas acusadas de prodigar el amor con tarifa. Todas actuaban, sin importar una buena voz, entonaban cuplés atrevidos, con guiños en las letras a cada ciudad por la que pasaban. Cantaban cosas que no se podían decir y en compañía con la que no se debería estar.

Las varietés no estaban solas. Les acompañaban los complementos, sin música, protagonizados mayoritariamente por hombres. Transformistas, ventrílocuos, luchadores, gigantes, trapecistas, domadores de focas, perros y hasta cocodrilos, chinos y magos. Así hasta los años 20.

Tras la dictatura de Primo de Rivera España da un salto cualitativo en su concepto de espectáculo y se enfoca hacia la sociedad de masas. Una expansión interrumpida con la Guerra Civil y recuperada con la entrada de divisas en los sesenta. . Todo ello es la fuente de la que bebió la revista musical que llevó a la cima, entre otras, Lina Morgan, la última gran vedette.