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CUCA ALONSO | Escritora, acaba de publicar "La ruta de los palomares"

"A los hombres los amo, los admiro, los aplaudo, pero no sé meterme en su piel, no los entiendo"

"Podría escribir de una pusilánime, pero me moriría por abofetearla y decirle: '¡Espabila!'; yo soy de coger el toro por los cuernos"

Cuca Alonso, en el Museo Casa Natal de Jovellanos MARCOS LEÓN

La escritora gijonesa Cuca Alonso acaba de parir otro libro. El quinto. "La ruta de los palomares". Una novela que habla de la superación de una mujer y lo convierte en la superación de muchas. Un hito que se cuenta tejido entre vidas de aristócratas que se ponen el mundo por montera, pasiones arrebatadas, mucha música, preciosos paisajes, intensos sabores y muchos sudores. Todo ello convertido en una delicia de novela que esconde un duro trabajo documental y sobre todo mucho arte narrativo en estilo directo, sin rodeos, como el que siempre imprime Cuca Alonso en las entrevistas que desde hace 20 años vienen publicando en LA NUEVA ESPAÑA.

De la facilidad para el relato ya sabían en su colegio, La Asunción, sus profesoras de Literatura del Bachiller. Recuerda que Luisina Balanzat y María Elvira Muñiz la animaron muchísimo a escribir. Tanto, que no parece que haya quien la pare. La paró en su día, durante casi 18 o 20 años, la maternidad y la crianza de su gran familia -tiene nueve hijos-, "porque una casa llena de niños no es el mejor ambiente para escribir", admite. Pero le ha dado tiempo a resarcirse y generosa, como es, a ellos "Manuel, Reyes, Inés, Lucía, Pablo, Felipe, Elena, Alfonso y Jesús, mis hijos" les dedica esta nueva ilusión editorial. El miércoles, 2 de diciembre, a las 19.00 horas, será la presentación pública de "La ruta de los palomares", en el salón de actos de la Biblioteca Pública Jovellanos con Paz Fernández Felgueroso y Soledad Álvarez Lafuente en la presentación.

-De vuelta a las librerías. ¿Qué se siente?

-Incertidumbre.

-¿Su quinto volumen y aún así es un momento singular?

-No es un momento... es un momentazo.

-¿Qué es para usted escribir?

-La mitad es una obligación, porque creo que tengo que ser consecuente con ese don o facilidad que tengo; por otro lado, es lo que me permite dar rienda suelta a la fantasía. Mi madre decía que tenía una imaginación que le daba miedo. Y también hay en este proceso una parte de sufrimiento.

-¿Sufrimiento?

-Es que yo hago un esfuerzo enorme para crear un estado de introspección que me lleve a escribir. Es como salir de mi misma para entrar en los personajes. Así que siempre que me debo poner a escribir busco motivos para no hacerlo. Pero me pongo. Y una vez en ello, entonces me resulta muy excitante y tengo que buscar momentos de pausa para salir del clímax en el que me meto.

-¿Cuándo y cómo surge "La ruta de los Palomares"?

-Este libro me llevó dos años escasos hacerlo. Había acabado "El hombre de Verín" y me puse a darle vueltas a la cabeza, igual que estoy ahora que los 'palomares' ya está en las librerías. No me acuerdo de nada de cómo se fue gestado. Solo recuerdo que estaba viendo unas acuarelas preciosas de mi amigo Juan Rionda cuando me quedé mirando unos palomares y supe que tenía la idea. Me sumergí en el ordenador y fue como si abriera una compuerta; me empezaron a manar las ideas, todas seguidas y atropelladas, y hubo que imponerle freno.

-De nuevo una protagonista femenina, una aristócrata, Costanza Galíndez de Alvear.

-No sé meterme en la piel de un hombre. No los entiendo. Los admiro, los aplaudo, los amo, pero en sus emociones no los entiendo. Son de otra manera. Tampoco es algo que me atormente.

-"El hombre de Verín", su anterior novela, fue tan celebrada como repetido el comentario de cuánto podía haber de la vida de Cuca Alonso en aquella historia llena de avatares sentimentales. Ahora traslada al lector al siglo XVIII. ¿Ha querido poner más distancia con esa protagonista?

-Claro, ¡así espero que me dejen en paz! Ya más en serio, también tiene que ver que los que hemos estudiado un poco a Jovellanos entendemos que la Ilustración es una época apasionante, con unos cambios radicales, y ahí quería meterme.

-Pero igualmente se decanta por una mujer fuerte, de carácter, que se pone el mundo por montera.

-Si quería sacar su vida adelante, a Constanza Galíndez no le quedaba otro remedio. Se portó como quien era; como decía Lorca, "como un gitano legítimo". Aunque tenía la ventaja de su educación y su origen social.

-¿Nunca podría hacer el relato vital de una pusilánime?

-Sí podría, aunque me moriría por abofetearla y decirle: "¡Espabila, mujer!". Es que yo soy más de coger el toro por los cuernos, soy luchadora.

-Tiene claro que le ha salido "entre palomares" una novela feminista. ¿Fue intencionado?

-Intencionadísimo. Mi protagonista cuando sale de su jaula de oro, de su ambiente de privilegio, toma contacto y se percata cómo es la vida de tantas y tantas mujeres analfabetas. Y lucha por el cambio. Soy militante feminista y a mucha honra. Para mis hijas quiero ese mismo espíritu y las aliento.

-¿Es más feminista ahora de lo que fue en su juventud?

-Sí, sin duda. Con la que está cayendo... Yo fui abriendo los ojos al mundo a medida que crecía intelectualmente. Tuve pájaros en la cabeza y pasé épocas en las que no me enteraba de nada. Tuve que crecer como persona para darme cuenta. Aunque eso no quita que yo nunca me he sentido discriminada ni social, ni profesionalmente, pero sé que juego con ventaja por mi fortaleza. Veo difícil que yo fuera una mujer maltratada, pero entiendo que haya mujeres emocionalmente más débiles. El maltrato físico es consecuencia del emocional. Cuando ya las tienen anuladas en su autoestima es cuando empieza la violencia, porque verlas humilladas y sumisas luego les irrita. En esa situación yo creo que me volvería una tigresa.

-¿Le requirió el libro mucha labor documental?

-Tuve que estudiar muchísimo. En el libro hay política, hay música, hay ambientes sociales... Aparecen Jovellanos y Goya y Meléndez Valdés... todo debía estar en su sitio.

-Música, gastronomía, moda... con esos temas se le ve disfrutar en la narración.

-Sí. Me encantan la cocina, la moda, aunque no toda, y la música. Lo asocio a un mundo íntimo mío muy agradable. Guiso todos los días y, por ejemplo, cuando me deprimo mucho me digo: "Cuquina, mañana vas a comprarte unos zapatos". Tanto la moda como la cocina son mi Orfidal.

-La acción discurre por tierras de Castilla. ¿Por qué esa elección?

-Porque me atraen muchísimo su austeridad, su rigor histórico, sus puestas de sol larguísimas, la aridez y la pobreza de la tierra.. mi abuelo materno era maragato. Y para añadir, está sembrado de palomares, que es la génesis de todo.

-Si le digo que entre tanta militancia le ha salido una novela romántica...

-Romántica, no; es una palabra que puede meter miedo porque suene a cursi. Es costumbrista, tiene historia... Es el relato de la superación de una mujer.

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