Más y mejores tratamientos, mayor calidad de vida y, después de 30 años desde que se produjeran los primeros diagnósticos del virus del VIH Sida, la lucha continúa para salvar "importantes retos". Ayer, primero de diciembre, el Comité Antisida de Asturias dedicó el día a recordar ausencias y poner negro sobre blanco un trabajo que continúa, y con importantes demandas. Porque, como resaltó Loli Fernández, presidenta del Comité, "el 30 por ciento de las personas que tienen VIH no saben que son portadoras del virus".

La principal demanda en el día de ayer pasó, pues por llamar la atención sobre la necesidad de mejorar la prevención y reducir los diagnósticos tardíos, que suponen un 58 por ciento de las nuevas infecciones en Asturias. Un diagnóstico rápido revierte, advierte el Comité, en un mejor abordaje de la enfermedad y un menor deterioro en la salud de los afectados. En este sentido, Fernández apuntó la necesidad de acercar a la población de riesgo las pruebas, así como poner en marcha nuevas campañas específicas "para fomentar el sexo seguro y reducir el consumo de drogas", indicó la presidenta, puesto que en la actualidad loas afectados están acusando "una fase de dejadez y casi olvido del VIH Sida por parte de las instituciones". Y por eso "es necesario trabajar por la normalidad, la dignidad y la relevancia".

Junto con el esfuerzo por acabar con los diagnósticos tardíos, el Comité apunta como otro de los grandes retos el de "acabar con el estigma y la discriminación", especialmente en el ámbito laboral. Porque, como revelan las cifras, la tasa de desempleo entre los afectados por el VIH supera el 50 por ciento, y aún existen sectores en los que está vetada la presencia de personas con esta enfermedad, como en el caso de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Unos datos "preocupantes" si se tiene en cuenta, además, como recuerda la presidenta del Comité Antisida de Asturias, que la mayor parte de los afectados están entre los 25 y los 40 años, "la etapa más productiva de la vida", y que el VIH "no es discapacitante para desarrollar un empleo". De ahí la importancia de "la información y la sensibilización para acabar con la ignorancia", de manera que "los avances en el campo científico vayan acompañados también por avances en el terreno social".

Por último, el Comité Antisida también quiso poner ayer el foco en la realidad que se vive en los países en vías de desarrollo, en los que cientos de personas fallecen cada año por la imposibilidad de acceder a tratamientos y medios de prevención. "Es vital un compromiso político y social para avanzar en esta visibilización", apuntó Loli Fernández. En este mismo sentido se manifestó Luis Manuel Flórez, Floro, de Proyecto Hombre, quien reclamó "una cláusula social para ayudar a las personas, más allá de los beneficios de los laboratorios, especialmente en los países más pobres".

Las entidades sociales de la ciudad participaron en el acto institucional que ayer se celebró en el Ayuntamiento gijonés, tras la ofrenda floral en el Bosque de la Memoria en recuerdo de los fallecidos a causa del SIDA y antes de la cadena humana que recorrió el Muro de San Lorenzo entre la Escalerona y la Plaza Mayor.

Un acto emotivo para recordar a "quienes ya no están, que son muchos" y para llamar la atención, a través de la lectura de un manifiesto, sobre la importancia de hacerse las pruebas. "Si eres portador del VIH y no lo sabes, al hacerte la prueba rápida te llevas un buen susto. Pero si eliges no hacerte la prueba y no podrás iniciar tu tratamiento, te arriesgas a perder tu salud, tal vez tu vida y a una dolorosa muerte social", advirtió la presidenta del Comité.

Porque, si algo es importante, es la urgencia de mantener la percepción del riesgo, como apuntó Pablo Puente, representante de la Fundación Siloé. No en vano "los nuevos casos del año 2014 en Asturias, sin ser alarmantes, rompen la tendencia descendente de los últimos tres años", y por eso es imprescindible que la protección y la reducción de las prácticas de riesgo sea una constante.

Tuvo también protagonismo en el día de ayer el testimonio de Ángeles, que lleva diagnosticada 25 años y ha vivido en primera persona los avances médicos de las últimas décadas. No así la desaparición de la discriminación y el rechazo, y por eso ayer formuló un llamamiento para que "nos vean simplemente como lo que somos, seres humanos".