La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Bailando con lobos, tigres y osos

Lleno de público infantil en el Jovellanos para disfrutar de una versión musical de "El libro de la selva", de Kipling, correcta y muy vistosa

Una escena de la representación de "El libro de la selva", ayer por la tarde, en el Jovellanos. ÁNGEL GONZÁLEZ

Todo empezó con un árbol que hablaba. Y contó que un niño fue raptado por un enorme tigre de bengala llamado Shere Khan. Mientras ambos dormían, al niño lo despertó la lucecita de una luciérnaga, y levantándose la fue siguiendo paso a paso hasta entrar en la cueva de una familia de lobos, que lo adoptó como a un hijo más. Al fondo de la escena el relato se acompañaba de bellos dibujos animados que daban vida a la historia.

Así comienza "El libro de la selva", la obra escrita por Rudyard Kipling en 1894, de la cual se han hecho infinidad de versiones. La representada en la tarde de ayer en el teatro Jovellanos, completamente lleno de niños acompañados de sus progenitores, era una adaptación musical. Cinco actores completan el elenco, desenvolviéndose en una escenografía móvil que cambia según requiere la historia, pero que en su mayor parte representa un bosque. Es la selva donde va creciendo Mowgli, como le ha llamado la madre loba, y que significa "la rana que no tiene pelo". Los amigos de Mowgli son el oso Baloo, una pantera negra denominada Bagheera, y Kaa, la serpiente; los cuatro tienen un afán común: huir del peligro de encontrarse con el temible Shere Khan.

El ritmo escénico es ágil, la música bonita y las voces correctas. Hay apuntes muy pintorescos, como la aparición de los monos que toman cuerpo mediante unas geniales marionetas perfectamente manipuladas. El oso Baloo es el gran animador de la obra, ya que interpela al público repetidas veces, y los niños le responden con entusiasmo. Mowgli, al ir haciéndose mayor no es comprendido por los lobos y al final le expulsan de la manada.

Es cuando aparece Shere Khan, representado por un actor que se mueve con soltura aunque en ningún momento trasmite el miedo que se le supone. En realidad es una historia feliz, en la que al final Shere Khan es vencido por el bravo Mowgli. Los niños, sobre todo, disfrutaron; los mayores no tanto, pero era un trabajo exclusivo para los pequeños, ofrecido con corrección y vistosidad.

Compartir el artículo

stats