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La figura de la semana | José Carlos Díaz | Escritor, acaba de ser distinguido con el "José Luis Castillo Puche" de novela

El tímido que siempre gana un premio

El autor gijonés, filólogo que lleva asuntos presupuestarios en el Consejo Consultivo de Asturias, logra un nuevo galardón con su tercera novela

El tímido que siempre gana un premio

Ha dicho en alguna ocasión que escribe para poder pensar mejor, lo que es una manera de modular mediante las palabras los discursos de la razón y el caos de que estamos hechos. De esa relación con el papel y el lápiz, con el teclado del ordenador y los propios fantasmas, le surgen poemas, narraciones y entradas de blog en los que el lector encuentra siempre algo de alimento. José Carlos Díaz, gijonés de 1962, acaba de ganar el vigésimo tercer premio de novela corta "José Luis Castillo Puche", con el que la localidad murciana de Yecla recuerda a su ilustre hijo, el autor de "Conocerás el poso de la nada " y amigo de Hemingway, al que dedicó un muy entretenido libro. Y es un galardón con el que este escritor de exteriores serios viene a mostrar, una vez más, que los escritores de provincia y nada provincianos necesitan mucha paciencia y tesón para asomar la oreja de su literatura, aunque sus letras sean buenas, como es el caso.

José Carlos Díaz ha obtenido el "José Luis Castillo Puche" por su tercera novela, que lleva el título, no sabemos si provisional o definitivo, de "Vísperas de nada". Pero es que este gijonés que uno imagina como un tipo más bien reservado, con tendencia a la timidez, sale a premio por obra. Con "Letras canallas" obtuvo el 2004 el primer premio de novela "Ciudad de Noega", en Gijón, y tiene también en su morral el décimo séptimo premio de novela corta "Salvador García Aguilar" por "Aunque Blanche no me acompañe", que le sacó Ediciones Aguaclara en 2014.

A José Carlos Díaz le interesa más la literatura que la vida literaria, como me dijo una vez en una entrevista para este periódico, pero sabe que si uno carece de editores amigos necesita ganar concursos para que le publiquen esas historias y los versos que escribe, según explica, para afinar el pensamiento y conjurar el vértigo a través de la disciplina de la sintaxis. Al listado anterior hay que sumar el de relatos de "Ciudad de Villajoyosa", que logró en el año 2010 con el cuento "La puerta".

José Carlos Díaz es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Pertenece a una generación de estudiantes que aún encontró en las viejas aulas de la plaza de Feijoo a profesores de tanto fuste como Emilio Alarcos Llorach, José Caso, Carmen Boves Naves o José María Martínez Cachero. Y, sin embargo, el poeta y escritor gijonés ha acabado haciendo migas con los presupuestos, las cuentas, los números y los balances. Así se gana las "habichuelas" (la expresión es suya) desde hace años en el Consejo Consultivo de Asturias, en la gijonesa Casa de Nava, en Cimavilla.

El triunfador del último premio "José Luis Castillo Puche" es escritor sin interrupción, aunque saque el sustento casando partidas de guarismos y haya ido espaciando la publicación de sus cosas. Y eso que que dio sus primeros textos a la estampa, con "Velar la arena", cuando tenía veinticuatro años. Desde entonces, las novelas antes citadas y los poemarios "La ciudad y las islas", "Contra la oscuridad" (es coautor) y el reciente "Convalecencia en Remior".

Uno identifica a José Carlos Díaz con la amistad de los letraheridos de "Cálamo/Gesto", el grupo que convoca desde hace años el premio de poesía erótica y del que forman parte otros poetas como Emilio Amor o Nacho González. Éste último ha apostado por la poesía de José Carlos Díaz. Y también el fallecido Juan Garay, que era el gran animador de un infatigable colectivo al que Gijón debe unas cuantas cosas buenas. El recordado Garay y Ana Trelles hicieron las fotos que ilustran el poemario "La ciudad y las islas".

El autor que hoy glosamos aquí participó, junto con esos amigos de tantos años atrás, en la organización de algunos de los mejores encuentros literarios que ha tenido Gijón. Convencieron a Agustín García Calvo, a José Hierro o a Gamoneda para que vinieran a leer sus cosas. José Carlos Díaz nunca quiso hacer relaciones, prefería irse a su casa en vez de tomar copas y hacer méritos sociales para prosperar en el escalafón y abrir las puertas y ventanas de las antologías, las lecturas pagadas y las colaboraciones en revistas. Ha insistido en el camino solitario. A cambio no deja de ganar premios.

Ha señalado también en alguna ocasión que es la poesía el género con el que más se identifica, en el que más a gusto se siente, pero, curiosamente, los galardones le llegan por sus narraciones, las ficciones que va escribiendo sin horario fijo, sin la disciplina que le impide su trabajo cotidiano en el Consejo Consultivo de Asturias. Aun así le van saliendo esas novelas con las que enhebra los reconocimientos que va cosechando con la paciencia de quien no quiere atajos.

Cultiva además el blog "Los diarios de Rayuela", que llegó a tener muchos lectores antes de que la afición se pasara a Facebook, Twitter, Istagram y otros enredamientos colectivos. Cuenta que aún mantiene esa línea con el mundo por razones casi sentimentales.

José Carlos Díaz, que parece alguien más bien introvertido, como hemos sugerido aquí, es escritor que trata de alejarse, desde hace tiempo, del ensimismamiento de los autores que hablan de sí mismos sin saber que también están hablando de los demás.

Pasados los cincuenta años, esa edad en la que uno ya se da cuenta para siempre de que la vida iba en serio, como dijo Gil de Biedma, el escritor gijonés ha empezado a tener en cuenta eso que llamamos comunicación y que la difícil sencillez, la claridad, son una aspiración loable.

La vez aquella que charlamos, el autor de "Vísperas de nada" citó a su tocayo el ensayista José Carlos Mainer, un trabajo de éste sobre Margarit. Y formuló así una posible poética: nitidez en el propósito, claridad en la forma y la certeza de que uno se dirige a un lector. Nada de ensimismamiento.

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