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La figura de la semana | Miguel Ángel González | Fundador de "Kop'a Vino", mejor charanga del Carnaval

El profe de Religión que busca fieles para el Antroxu

Aficionado a la cocina, creó en 1987 la charanga de Contrueces, con la que ha logrado once primeros premios

El profe de Religión que busca fieles para el Antroxu

Que la charanga "Kop'a Vino" lograse este año su undécimo primer premio en el certamen de agrupaciones de Carnaval, y el tercero de forma consecutiva, tiene un culpable con nombre y apellidos.

Miguel Ángel González Fernández (Gijón, 1965) se empeñó en crear una charanga en el barrio de Contrueces. Corría el año 1987, era septiembre, y Miguel formaba parte de la comisión de fiestas que el año anterior solicitó los servicios de una agrupación para amenizar a los vecinos en las tardes de las fiestas de la patrona. Resultó muy cara en relación a su calidad. "¿Por qué contratarla y no hacerla nosotros?", se preguntó junto a otros jóvenes amigos. A partir de ahí nació un vínculo indisoluble entre él y el Antroxu que le ha llevado a no perderse ninguna edición desde los orígenes del concurso e incluso al primer puesto en los certámenes de 1990, 1995, 1997, 1998, 2003, 2007, 2011, 2012, 2014, 2015 y 2016.

Estudió Magisterio en la Universidad de Oviedo y amplió conocimientos en Ciencias Teológicas en la Universidad de Salamanca. Ahora es profesor de Religión en el Instituto Nº 1. Tiene dos hijos, Marcos y Nuria, de 20 y 13 años respectivamente, fruto de su matrimonio con Marisa, hace ya 23 años y que opta por llamar a su marido "Kuki". Una familia que tiene los disfraces como su segunda piel.

Así lo inculca Miguel a quien le rodea. Una persona "solidaria a la que le gusta organizar saraos, las risas y los chistes, el cachondeo y que siempre está dispuesto a cualquier colaboración". En definitiva, "un cacho de pan que da unos abrazos que parece que te va a partir en dos partes, pero a la par te sientes totalmente reconfortado", confirma su círculo más próximo. Además, es hombre de palabra y siempre cumple con sus amigos. Incluso sabe ponerse serio en los momentos en que se necesita disciplina, para los que emplea a menudo la frase "te arranco la cabeza como a las gambas", desvela sonriente, y con picardía, su hija Nuria. Más prudente se muestra Marcos al parafrasear las coletillas de su padre, como "ye un minutín".

El espíritu satírico del Antroxu le invade durante todo el año. Y no sólo porque se lo pasa reclutando chavales por el barrio para la charanga. Las ideas brotan sin previo aviso. En clase, en casa, mientras pasea o mientras come, por el día o por la noche. Siempre está pendiente de poder dejar constancia de la ocurrencia que le ha llegado a la cabeza, ya sea en papel o grabada. "Si no fuera así no sería Miguel", resaltan. En estas lides llegan sus mejores momentos. Corría el año 2014, era Lunes de Antroxu y la agrupación desfilaba, disfrazada de "futuro", con unas mallas plateadas. Durante el pasacalle, en el que Miguel se hace dueño y señor del bombo, "empezó a caminar muy raro y a encontrarse incómodo", mas en ningún momento dejaba de tocar. Llevaba las mallas por los tobillos y una señora, espectadora, de forma altruista ayudó a subírselas. "Esto fue espectacular", resalta una compañera de filas.

Las anécdotas que a menudo recuerdan sus amigos desvelan que tiene un carácter innovador. Intentó introducir en el armamento musical de "Kop'a Vino" sonidos caribeños. Sucedió en 1992, en la Expo de Sevilla, en un viaje con su mujer, Marisa. En el pabellón de Brasil bailaban y cantaban al son de un instrumento tradicional, la cuica, de uso general en las escuelas de samba durante el Carnaval carioca. "Se empeñó en llevársela para incorporarla a nuestra agrupación. La llevamos en tren desde Córdoba a Madrid y en coche hasta Gijón. Pero medio llegó rota y no fuimos capaces de perfeccionar su uso. Se empeñó y pensó que 'era Jauja' utilizarla. Debe seguir por ahí, en algún rincón de nuestro local de ensayos, en Contrueces", describe Marisa.

Pero sus aficiones no están circunscritas únicamente a máscaras, antifaces y bombos. A los fogones también se lleva el primer premio con un menú gourmet con aperitivo, entrante y primer plato. Tras el delantal se esconde un chef que deslumbra a paladares selectos con ensalada de ahumados con salsa de naranja, tortilla de patatas, que la borda, y lomos de merluza con salsa de cava; platos calificados de excepcionales por quienes los degustan.

Le apasiona la novela histórica, en especial las obras de Matilde Asensi. También la música, disciplina artística en la que, indistintamente del género, tararea con frecuencia por casa. Sobremanera sus textos manuscritos de Carnaval aunque, de un tiempo a esta parte, le ha dado por entonar las letras del grupo "La Pegatina". Su abanico auditivo incluye artistas como Víctor Manuel o Pablo Milanés, entre otros.

Y desde hace años que practica deporte de sillón. No se pierde una sola retransmisión por la televisión de cualquier disciplina deportiva. Especialmente el fútbol y el baloncesto, pero "si hay una carrera de burros, tampoco se la pierde", aseguran. Aunque no siempre fue así, incluso, llegó a ser pichichi en un encuentro de solteros contra casados, hace casi dos décadas, jugando un partido en el barrio. El equipo de los casados, donde se alineaba el protagonista, sacó y tiró el balón al aire. "Miguel corría sin sentido hasta que le dio por mirar dónde estaba la pelota, la vio venir y se tapó con las manos. El balón le pegó en la chepa y marcó en la portería", rememoran testigos presenciales del "gol olímpico".

Viajar es otra de sus pasiones. En especial el ambiente familiar que se recoge en la costa de la Luz, que suele disfrutar por las playas de Matalascañas. Aunque recientemente se ha enamorado de Lisboa. Un destino al que espera volver pronto para disfrutar con toda la familia. A raíz de la entrega y pasión que Miguel imprime a su vida se ha forjado una familia sólida y carnavalera. Y de primer premio. Como su charanga, su segunda casa.

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