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Una velada con aires de volantes y taconeo

Notable estreno de las "Danzas flamencas" de Daniel Sánchez Velasco por una OSPA fiel a la batuta de Milanov, en un Jovellanos que volvió a rozar el lleno

La OSPA, durante su concierto de la tarde de ayer en el teatro Jovellanos. ÁNGEL GONZÁLEZ

Anoche, en el teatro Jovellanos se celebró un concierto memorable, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA. La OSPA ofrecía, nada menos, que un estreno mundial y un estreno en España, amén de otros atractivos relacionados con el programa. En consecuencia el aforo volvió a rozar el lleno, algo que supone, ya no una estupenda novedad, sino una esperanzadora costumbre, pese a que sigue faltando el contingente joven.

Bajo la batuta y del director oficial de la OSPA, Rossen Milanov, el compositor español Daniel Sánchez Velasco -43 años- estrenó sus "Danzas flamencas", dividida en cinco movimientos, que supone un homenaje al fallecido Paco de Lucía. Sin caer en la identificación concreta, salvo en el último movimiento, titulado "El Vito", el autor se recrea en los elementos del flamenco bajo un estilo personal consiguiendo una excelente obra. Seguro que tendrá gran éxito. En el primer movimiento deja caer un ligero aroma a Falla, pero a medida que trascurre la composición la presencia del ballet se impone. "Si esta obra la coge un buen coreógrafo puede hacer maravillas con ella", me dije. Se intuía el revolotear de volantes y el taconeo masculino, de modo natural. Podría ser el gran ballet español, estrenado en Gijón el 18 de noviembre de 2016. Daniel Sánchez Velasco, presente en la sala, recibió los aplausos del público, compartidos con Rossen Milanov ya que la obra fue escrita por sugerencia de éste.

El segundo plato fuerte de la noche fue la presencia del gran percusionista Colin Curie, acompañando a la orquesta en la obra "Incantations", del finlandés Einojuhani Rautavaara... "Si fuera un futbolista, la hinchada del Sporting ya le habría simplificado el nombre y además con gracia", pensé. El escenario había cambiado para este señor, ya que sus artilugios ocupaban gran espacio. Vimos metalófonos, campanas, platos, congas, marimba, bombo, sierra... El resultado fue espectacular; y la técnica de Colin Curie, suprema. La orquesta le acompañaba a él, consiguiendo un resultado raro, pero al final hermoso que suponía un estreno en España. La ovación mereció una propina: "Composición para marimba", de Elliott Carter.

Sergei Rachmaninov con su Sinfonía nº1 en re menor, completó la audición. Sobrio, potente, lírico... Supuso un descanso intelectual ante tantas novedades.

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