La exposición "Espacio bonsái" ya luce su nueva imagen. Una coqueta instalación, renovada, y en la que lucen en su máximo esplendor las cerca de 20 plantas que llevan expuestas 22 años en el Museo Evaristo Valle. La muestra se inauguró en 1994 con bonsáis pertenecientes a las colecciones de la Casa Real y Felipe González, presidente del gobierno en aquel momento, y desde entonces siempre mantuvo su objetivo de servir a la formación de escolares y colectivos sociales.

Fue gracias a la colaboración del naturalista alemán Rolf Beyebach, que ayer, por enfermedad, no pudo asistir a la presentación del nuevo espacio, cuando en 1989 los bonsáis se mostraron en el Evaristo Valle por primera vez. Y cinco años después la exposición se convirtió en permanente.

"Ha sido la exposición más delicada que hemos traído al Museo Evaristo Valle, con bonsáis valorados en millones de las antiguas pesetas, y que necesitan una atención especial, ya que son seres vivos que cualquier día pueden morirse", destaca Guillermo Basagoiti, director del Museo Evaristo Valle. "Aún recuerdo el viaje desde Madrid con Rolf Beyebach en el que teníamos que usar un spray para regarlos y mantenerlos con vida", añade a modo de anécdota.

Desde este fin de semana se encuentra abierto al público el espacio en el que se encuentran una veintena de bonsáis, tras la reparación de las estanterías que los soportaban y que se habían deteriorado por culpa de la lluvia y los necesarios riegos del jardín museístico. Guillermo Basagoiti destaca que se pueden encontrar piezas de medio siglo de vida y todas ellas cultivadas: "Nunca se compraron bonsáis, Beyebach siempre los cultivó y trabajó mucho el apartado de los viveros".

Cada bonsái tiene su encanto, pero Basagoiti se queda con una pieza concreta: el bosque de hayas. "Es un material extraordinariamente delicado, ya que en verano necesita hasta dos y tres riegos diarios", explica.

Junto a Basagoiti estuvieron ayer en la reinauguración de la exposición José Ramón García, director del Museo Marítimo de Asturias, y Alina Brown, sobrina nieta de Evaristo Valle. También acudieron en representación de la Caja Rural, entidad que ha colaborado en la reforma, Marcelino Fernández y Susana Argüelles. "Es un espacio con un valor histórico dentro del museo, que tiene su propio peso dentro de las exposiciones. Estamos muy contentos con la colaboración porque sirve para que se realicen actividades relacionadas con el medio ambiente", destaca Fernández.