El grupo Armón va a invertir 3,63 millones de euros en ampliar la capacidad de su astillero gijonés, con el dragado de la zona de botadura y maniobra de la grada del astillero. La idea no es nueva. Ya se planteó cuando el astillero de El Natahoyo pertenecía al grupo público Izar y se incluyó como una de las condiciones en su privatización, que no llegó a ejecutar nunca Factorías Vulcano. El grupo asturiano sí lo va a llevar adelante, dado que se trata de una mejora imprescindible para las construcción del ferry de 182 metros de eslora cuyas negociaciones para su contratación están muy avanzadas. También cabría la posibilidad, si cuaja ese contrato, de construir otros dos barcos gemelos.

Se trata de un tipo de buque que lleva aparejado el uso de tecnología y gran cantidad de horas de trabajo, en especial en su habilitación. Un importante nicho de mercado para el grupo naviego y también un tipo de barco mayor de los que tradicionalmente se han hecho en el astillero de El Natahoyo. De hecho, su eslora supera en dos metros el tamaño de la grada en la que se construirá el barco.

El proyecto aún está en fase de tramitación ambiental. En cualquier caso, los trabajos no comenzarían antes de septiembre, para evitar que coincidan con la temporada de baños, dada la cercanía de la zona de dragado a la playa de El Arbeyal. No obstante, el Ministerio de Medio Ambiente tiene hasta 6 meses para resolver la tramitación ambiental.

La superficie que se va a dragar está formada por un rectángulo de 255 metros de largo frente a la grada del astillero y con su mismo ancho, 65 metros. Además también se va a dragar un triángulo de unos 100 metros de lado en la zona de maniobra tras la botadura.

El dragado es imprescindible por las dimensiones del tipo de barcos que quiere construir Armón en Gijón. Se trata de una zona en la que hay rocas en algunos puntos a sólo metro y medio de profundidad.

La zona que se va dragar ocupa una superficie de 20.471,29 m2, de la que se prevé extraer 30.000 m3 de materiales, mediante voladura de rocas y su posterior retirada. El proyecto de esta obra contempla como alternativas el uso de estos materiales para relleno de la ampliación de El Musel y para futuras obras portuarias o alternativamente su vertido al mar en varios puntos al norte de la ampliación.

La mayoría de esos 30.000 m3 son roca caliza, que puede tener aprovechamiento en obras como pedraplén o escollera. En concreto, 27.500 m3 son rocas, mientras que 1.000 m3 son arenas y 1.500 m3 a extraer son lodos. Parte de esos materiales no rocosos son sedimentos contaminados, que se prevé descontaminar mediante su tratamiento en biopilas que se instalarían en las cercanías del contradique en la explanada del Nuevo Muelle Norte de la ampliación. El uso como relleno o para obras portuarias es la opción con menor impacto ambiental. El proyecto contempla impactos moderados durante la fase de obra.

El proyecto no sólo prevé el dragado de la zona de botadura y maniobra de la grada del astillero, sino también el mantenimiento de la misma durante el plazo de dos a tres años, que llevaría la construcción del ferry.

El plazo de construcción del ferry, más largo, hace que no sea necesario tener el dragado hecho para iniciar la construcción el barco, pero si es determinante que el astillero cuente con todas las autorizaciones antes de embarcarse en la construcción de un barco que podría tener problemas para botar si no realiza el dragado.