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Periodista

El Instituto Jovellanos, trasladado al colegio de la Inmaculada

El teatro Jovellanos también fue enajenado y el solar se cedió al Banco de España para que ubicase una sucursal

En un gran clima de anticlericalismo, en enero de 1932 tras decretarse la disolución de la Compañía de Jesús, a primeros de febrero se procedió a la incautación del edificio del Colegio de La Inmaculada y de la iglesia y residencia del Sagrado Corazón. Desde el diario "El Noroeste" se acusó a los jesuitas de frenar el desarrollo de la enseñanza pública y también de querer competir simbólicamente con el Instituto de Jovellanos al haber construido frente al mismo colegio una monumental iglesia y su torre campanario con reloj que destacaba por su altura. Sin embargo, la Fundación Revilla-Gigedo no pudo ser incautada debido a que no figuraba como propiedad suya y una cláusula del documento de cesión transferiría la propiedad de la donación hecha por el conde de Revilla-Gigedo, en el caso de que los jesuitas abandonaran su gestión. En la Semana Santa de aquel año las procesiones fueron prohibidas y la celebración de los actos religiosos tuvo que limitarse a ser realizados dentro de los templos parroquiales. El filósofo Ortega y Gasset nos recordó los consustanciales defectos de los asturianos, el pianista Rubinstein emocionaría con Bach y "La Argentinita" deslumbraría con su arte flamenco en el teatro Dindurra.

Traslado del instituto al colegio de la Inmaculada. La Asociación Profesional de Estudiantes de Bachillerato hizo público un manifiesto en el que solicitaba al Ayuntamiento que fuese trasladado el Instituto de Jovellanos al colegio de La Inmaculada, al ser sus instalaciones más apropiadas rechazando críticas de los conservadores, quienes argumentaban que Jovellanos fundó el instituto en el local que actualmente ocupa y constituiría una profanación su traslado, al aducir que lo que el prócer deseaba era crear un amplio centro cultural, consideraciones que no fueron tenidas en cuenta cuando la huerta y otros terrenos para las posibles ampliaciones fueran destinados a otros usos. Asimismo también fueron trasladados allí los manuscritos de Jovellanos con los dibujos originales del primer instituto, la extraordinaria biblioteca y la gran colección pictórica que se exponía en el Museo de Dibujos, una valiosísima colección de obras de arte que habían sido donadas por Jovellanos y Juan Agustín Ceán Bermúdez, cuyos autores eran, entre otros, Miguel Ángel, Tiziano, Velázquez, Murillo, Alberto Durero y Juan Carreño Miranda.

Azaña y Ortega ya discrepaban sobre la solución al "problema catalán". Tras la dimisión de Niceto Alcalá Zamora fue elegido presidente de la II República Manuel Azaña quien no modernizó como se le demandaba al nuevo régimen con su política anticuada. Se encontraba ante la contradicción de que siendo un intelectual progresista, no era sin embargo socialista por lo que estaba sometido para su supervivencia al apoyo de los votos del PSOE.

Aquel verano de 1932, el presidente de la República, Manuel Azaña y su esposa Dolores Rivas fueron homenajeados en el Club de Regatas, que supo adaptarse a las nuevas circunstancias políticas, aunque hubo quien quiso echar como socio al entonces todopoderoso Carlos Martínez.

Hasta Melquíades Álvarez defendía la necesidad de un cambio de la II República, ideas que también compartía José Ortega y Gasset, ante el panorama que llevaba al desorden "porque si cunde la indisciplina social, que es el preludio de la anarquía, se acaba la República y con ella se hunde la nación española".

Ya entonces uno de los temas sobre el que existían grandes diferencias en el parlamento español era el ya llamado "problema de Cataluña". El 13 de mayo de 1932 el filósofo José Ortega y Gasset, en la discusión del proyecto de Estatuto para Cataluña, diagnosticaba: "Reconozcamos que hay de sobra catalanes que, en efecto, quieren vivir aparte de España. Ellos son los que nos presentan el problema; ellos constituyen el llamado problema catalán, del cual yo he dicho que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar. Y ello es bien evidente; porque frente a ese sentimiento de una Cataluña que no se siente española, existe el otro sentimiento de todos los demás españoles que sienten a Cataluña como un ingrediente y trozo esencial de España, de esa gran unidad histórica, de esa radical comunidad de destino, de esfuerzos, de penas, de ilusiones, de intereses, de esplendor y de miseria, a la cual tienen puesta todos esos españoles inexorablemente su emoción y su voluntad. Si el sentimiento de los unos es respetable, no lo es menos el de los otros, y como son dos tendencias perfectamente antagónicas, no comprendo que nadie, en sus cabales, logre creer que problema de tal condición puede ser resuelto de una vez para siempre. Pretenderlo sería la mayor insensatez, sería llevarlo al extremo del paroxismo, sería como multiplicarlo por su propia cifra; sería hacerlo más insoluble que nunca".

Más que clarividente perspectiva que -aunque todas las comparaciones sean odiosas- demostraba un nivel intelectual superior a los gobernantes que ha tenido este país desde hace un cuarto de siglo.

Ortega también tenía muy claro el gran defecto de los asturianos. Un mes después, José Ortega y Gasset volvió por nuestras tierras para recordarnos nuestra consustancialidad advirtiendo que "Asturias es inteligente, pero no transitiva. Quiero decir que no sale de sí misma al resto de España. No eleva ni impone su clara visión sobre la gran totalidad de la península. En rigor fue aquí, en Asturias, donde brotó originalmente la claridad política, pero vive reclusa en sí misma, entre los puertos marinos y los puertos serranos, siempre absorta en su localismo, sin trascender de su pequeño entorno, sin derramarse, combatiente y entusiasta, sobre la gran anchura de nuestra nación. Esto es lo que yo considero un defecto". ¿Seguimos igual, no?

La enajenación del teatro Jovellanos. Entre los acuerdos tomados aquel año de 1932 por la Corporación Municipal hay que destacar la construcción de una gran carretera hasta Veranes, en la Abadía de Cenero, cuyas obras fueron iniciadas por la Diputación Provincial y la enajenación del teatro Jovellanos para ceder el solar al Banco de España, a fin de que allí estableciese su gran sucursal en Gijón. No faltaron incidentes preocupantes, como el ocurrido en el mes de mayo cuando un guardia municipal, Domingo García Suárez -quien había sido sorprendido realizando actos sexuales con otro hombre bajo los pórticos de la iglesia de San Pedro- y al ser denunciado por el sereno de Cimadevilla, Perfecto G. Corujo, fue destituido. Antes de entregar su arma reglamentaria esperó al alcalde Gil Fernández Barcia en la plaza de la República y se enfrentó a él en la calle de Vicente Blasco Ibáñez -hoy San Bernardo- para protestar por su despido. No satisfecho con las explicaciones dadas por el alcalde le siguió hasta el café donde solía tomar el vermú y pudo ser detenido por dos guardias municipales antes de que pudiera disparar contra el alcalde con el arma que llevaba montada, con cartuchos en la recámara y el cargador completo.

Inaugurado el "Goya" y "La Argentinita" arrasaba en el teatro Dindurra. Aquel mes de abril de 1932 fue inaugurado el "Cine Goya" donde antes estaba ubicado el "Versalles", con capacidad para cerca de cuatrocientas personas, con un estilo modernista tipo alemán, retretes para señoras con grandes espejos y un quinteto que amenizaba las proyecciones. El pianista Rubinstein, de quien se escribía que en su cabellera tenía el fuego de su corazón, deslumbraba con su genial interpretación de la "Tocata en La Mayor", de Bach. Permítaseme un inciso personal: yo tuve el honor de ser presentado en el escenario del teatro Real a Arthur Rubinstein por el simpar manager internacional, mi amigo Aquiles García Tuero. Pero quien arrasaba en octubre en el teatro Dindurra con "La rosa del azafrán" era Encarnación López Julve, "La Argentinita", quien durante la II República tuvo apoyos para formar una gran compañía y se convirtió en una de las más reconocidas artistas del flamenco. La Óptica Navarro ya vendía entonces en su afamado establecimiento de la calle Corrida sus gramolas ortofónicas y portátiles con discos de piedra de "La Voz de su Amo".

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