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Gijón en el retrovisor

Todo el "glamour" comercial y los edificios que Gijón perdió con la revolución de 1934

Las tres prioridades fueron: la ocupación del palacio de Revilla-Gigedo, la profanación de la iglesia de San Pedro y el asalto al Club de Regatas

Aunque el ambiente pre-revolucionario se extendía por las fábricas, Gijón miraba con ilusión hacia el futuro y sus magníficas tiendas eran su atractivo espejo: La Americana -calzados y sombreros; la casa más surtida del norte de España-, el Bazar Inglés -con rifas para atraer a la clientela-, los almacenes "ABC" -Victoriano López aseguraba que era la sastrería-camisería mejor surtida y la que más barato vendía a precio fijo, por lo que hay que entender que el regateo era algo que por entonces se llevaba-, Calzados Boston, La Sirena, El Cometa, Sastrería Masaveu y Balcázar, que lucía en todo su esplendor con los inigualables bordados y vendía trajes interiores de turba y camisetas higiénicas del doctor Rasurel, especialmente confeccionadas para que las mujeres en los veranos pasasen menos calor, ya que absorbían y evaporaban el sudor. Y Almacenes Montecarlo, en la calle de Jovellanos, en los bajos del edificio que fuera el hotel La Madrileña, donde cuatro jóvenes se pusieron al frente del novedoso establecimiento: José Manuel Fernández Vallina, Esteban García de Castro, César González Díaz y el prestigioso maestro sastre Miguel Arjona. Tampoco nos podemos olvidar, por supuesto, de El San Luis. Su propietario Luis Fernández Valdés "Ludi" era un emprendedor cosmopolita que viajaba por Europa para traer los mejores tejidos a Gijón. Todo un genio de la publicidad que supo aprovechar las emisiones de EAJ34 Radio Gijón para atraer a la clientela a su tienda abierta un año antes. Muy famoso era el anuncio de "Usa gas y a tu hora comerás". El también revolucionario cantante asturiano -por introducir la guitarra como acompañamiento- José González "El Presi" triunfaba el mes de enero en el Teatro Dindurra. Todo aquel "glamour" se perdería con la revolución durante la cual, a pesar de su brevedad, setecientos cincuenta edificios fueron destruidos por la dinamita -entre ellos la Universidad, la Cámara Santa, el Teatro Campoamor y el convento de Las Pelayas- y quemaron cincuenta y ocho iglesias.

El inicio de las dos Españas. El 15 de febrero de 1934 Falange Española se fusionó con las juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de Onésimo Redondo, Julio Ruiz de Alda y Ramiro Ledesma Ramos. Su amigo Juan Aparicio creó entonces un eslogan: "España. Una. Grande y Libre". Al mes siguiente se creó la Alianza Obrera con la CNT, la UGT y el PSOE. Así nacían las dos Españas. El 8 de septiembre de 1934, José María Gil-Robles logró reunir en Covadonga a cinco mil militantes en un acto de la Juventud de Acción Popular (JAP- CEDA), a pesar de que cortaron los accesos y sembraron tachuelas para evitar que diera su mitin que emulaba el inicio de la Reconquista.

Tres obsesiones revolucionarias: el palacio de Revilla-Gigedo, la iglesia de San Pedro y el Club de Regatas. El 4 de octubre llegó Teodomiro Menéndez a Oviedo en tren, quien traía bajo el lazo de seda de su elegante sombrero flexible un papel con la consigna UHP (Unión Hermanos Proletarios). Aquella era la consigna que esperaban para iniciar la revolución. Al día siguiente declararon la huelga general, las tiendas no abrieron y las cafeterías fueron atendidas por sus propietarios. La inseguridad imperaba en las calles con grupos armados gritando a favor de la revolución.

Tres fueron sus prioridades: la ocupación del palacio de Revilla-Gigedo, la profanación de la parroquia de San Pedro y el asalto al Club de Regatas donde colocaron la bandera roja con la hoz y el martillo. Como respuesta a la insurrección popular, el siete de octubre el "Libertad" llegó a la bahía y comenzó el bombardeo indiscriminado, hasta el punto de que uno de los proyectiles destrozó la cúspide de la torre de la iglesia de San Pedro. Dos intrépidos jóvenes Mariano Suárez-Infiesta Suárez-Pola y Tomás Innerárity Pérez montaron en una piragua rumbo al crucero "Libertad" para informar sobre la situación. No fue fácil su hazaña ya que se vieron entre dos fuegos: el de los milicianos desde el Club y el que inicialmente también recibieron desde el "Libertad".

El teniente coronel Juan Yagüe Blanco llegó a Gijón en un autogiro cinco días después del inicio de la Revolución en Asturias, para ponerse al frente de las tropas de la Legión y de los Regulares de Marruecos. Aquel mismo día desembarcaron en El Musel las tropas que fueron hacia La Calzada y El Llano. Con el apoyo de aeroplanos y autogiros tomaron esas posiciones y los presos fueron encerrados en "La Iglesiona" convertida en cárcel. Aeroplanos y helicópteros sobrevolaban Gijón lanzando octavillas con el mensaje: "¡Obreros asturianos rendíos! ¡El movimiento en el resto de España ha terminado!".

La misteriosa muerte del anarquista José María Martínez en Sotiello. La muerte del líder anarquista José María Martínez siempre está rodeada de un halo de misterio. Este testimonio inédito cuenta cómo fue descubierto su cadáver por el alcalde la Abadía de Cenero, mi abuelo materno Celedonio González y González, "Celo Xuan", según me narró -décadas después quien de niño fue testigo presencial directo- el historiador Miguel Ángel González Muñiz: "A las ocho de la mañana del día 12 de octubre de 1934 fue Pacita Puente a casa de "Celo Xuan" para avisar de que había un hombre muerto en El Peñón. Fue para allá el alcalde de la Abadía de Cenero y se encontró con un hombre que tenía la chaqueta enrollada. Había un grupo de chiquillos por allí y "Celo Xuan" dijo:

-No lo toquéis que este hombre no murió aquí. Fue arrastrado hasta aquí después de matarle.

Dio la coincidencia de que venía un grupo de chavales a la "gueta" de las castañas, en dirección procedente de Gijón, y reconocieron al hombre.

-¿Sabéis quién es?, preguntó "Celo Xuan".

-Sí, ye José María Martínez.

-¿Por qué lo sabéis?

-Porque tien el deu pulgar de una mano dobláu.

Según la versión que corría por la aldea, José María Martínez llevaba parte del botín del robo de la caja fuerte de "Duro-Felguera" y murió en "Casa Puente", en cuyo techo se pudo ver durante años la marca de la bala que lo mató".

La II República fue una gran decepción. El periodista Juan Ramón Pérez las Clotas, periodista recordaba así aquellos trágicos tiempos: "la República fue la gran decepción. Lo que antes habían sido banderas republicanas y euforia se convirtió en una actitud de enfrentamiento y las banderas republicanas fueron sustituidas por sábanas con la imagen del Sagrado Corazón. Recuerdo la entrada en la diócesis del nuevo obispo, Echeguren quien fue recibido con los balcones llenos de sábanas e imágenes del Sagrado Corazón? Cuando llegó la revolución viví un espectáculo que no olvidaré jamás. Arriba, en la buhardilla de la vieja casa familiar se instaló una patrulla de marinos del crucero "Libertad" y las chicas de casa les subían alimentos. Pero la estampa más imborrable fue la del paso de los pobres presos de El Llano flanqueados por los legionarios con sus fusiles. Algunos iban heridos o agarrados al hombro de un compañero. La cadena de presos caminaba hacia la Iglesiona que fue cárcel provisional".

Las reivindicaciones del diputado Mariano Merediz . Tras el final de los disturbios, el 20 de octubre visitó Gijón José Antonio Primo de Rivera quien otorgó la "Palma de Plata" a los dos jóvenes falangistas gijoneses que fueron en piragua hasta el crucero "Libertad". Y en el mes de noviembre vinieron a Gijón los ministros de la Guerra, Diego Hidalgo; Justicia, Rafael Aizpuru; y Obras Públicas, José María Cid, a quienes acompañaba el general Francisco Franco. El diputado en Cortes por Asturias, Mariano Merediz fue quien pronunció un breve discurso manifestando las tres peticiones principales de las entidades más representativas de la ciudad: justicia, desarme de los revolucionarios y garantías de seguridad para el futuro.

Las ilusiones y las esperanzas no se perdieron, pero las heridas se cerraron en falso.

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