La Escuela de la Marina Civil de Gijón se enfrenta a un futuro incierto, toda vez que en el plazo de unos cuatro años casi toda la plantilla de profesores que en la actualidad imparten clase se habrán jubilado. Y el relevo, denuncia el director, Daniel Ponte, no está nada fácil. Porque, en primer lugar, "cuesta mucho encontrar profesores con la cualificación necesaria y la especialización en este campo", y porque, además, las condiciones "no son las mejores ni mucho menos; los profesores asociados se nos van porque encuentran puestos de trabajo mejor remunerado", alerta Ponte, quien señala que todas las escuelas españolas se encuentran en la misma situación.

Fue la principal reivindicación que ayer formularon los responsables de la Escuela al Rector, presente ayer en el acto de entrega de diplomas a los alumnos recién graduados y a los que acaban de finalizar los másteres.

El año pasado se matricularon en la Escuela un total de 264 alumnos, de los que 81 fueron de nuevo ingreso, la mayoría de ellos en el grado de Náutica. En las convocatorias del pasado curso, superaron las pruebas de idoneidad seis oficiales de máquinas y cinco pilotos. Obtuvieron el título académico 51 alumnos: once licenciados (seis de Náutica y cinco de Máquinas Navales), 33 graduados (15 en Náutica y Transporte Marítimo y 18 en Marina, y siete titulados en los Másteres. Todos ellos, "encantados" con la experiencia, porque "tenemos la recompensa de hacer lo que nos gusta", señaló en su intervención Pelayo Suárez, uno de los alumnos recién graduados.

Por el momento, siguen siendo unos estudios en los que "continúa habiendo oportunidades laborales, la clave está en que los alumnos se muevan y busquen su hueco porque lo cierto es que hay trabajo", aseguraba el director de la Escuela.

El presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido, animó por su parte a los recién graduados a "exigiros mucho a vosotros mismos", y ensalzó las bondades de la navegación porque "imprime carácter y obliga a aprender a tomar decisiones".