El secretario general de la FSA y presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, abogó ayer por que los socialistas busquen respuestas en la unidad en lugar de en la división de la gente para hacer de España un país mejor. En un acto en Gijón ante 440 militantes, para conmemorar el 125.º aniversario de la fundación de la Agrupación Socialista Gijonesa, ese llamamiento a la unidad en un momento de fragmentación del Congreso y de división interna en el PSOE, fue refrendado con mayor claridad por uno de los invitados, el exvicepresidente del gobierno Alfonso Guerra, quien resaltó que "el odio a la derecha no puede ser el programa del PSOE" y recordó que la historia de pactos del PSOE se remontan a los de Largo Caballero con el dictador Primo de Rivera, los del PSOE con los partidos burgueses en el bienio rojo de la Segunda República o los de la transición con un Adolfo Suárez que había sido dirigente del Movimiento en el franquismo.

"Queremos darle forma al futuro para que el futuro no nos deforme a nosotros. Queremos unir a la gente y no dividirla, y queremos dejar a la próxima generación un país mejor", fue el remate a su discurso del presidente de la gestora del PSOE. Javier Fernández lo había iniciado señalando que las preguntas que acuciaban a los socialistas hace 125 años sobre la injusticia y la desigualdad son las mismas en la actualidad, pero que las respuestas no pueden ser iguales.

En ese sentido defendió el papel del PSOE en la Transición, cuando "se buscaron grandes consensos para erradicar una historia de enfrentamiento, de violencia y de imposición o para llegar a un acuerdo sobre la planta territorial del Estado y alejar uno de los viejos demonios familiares que había envenenado la historia moderna de España. Este partido fue decisivo para pasar de un país cerrado, pobre y dictatorial a uno abierto, cosmopolita, moderno y democrático".

Un papel crucial que cree que el PSOE está llamado a volver a jugar para responder a los retos del secesionismo catalán y del aumento de la desigualdad en España, para lo que se tendrán que buscar nuevas respuestas "porque muchas de las antiguas ya son barreduras de recintos por los que la historia pasó pero por los que no volverá a pasar más".

Fernández resaltó que el PSOE debe aprovechar "una marca que asociada a su pasado tiene una extraordinaria potencia simbólica", pero sin aplicar las recetas que a finales del siglo XIX impulsaba el fundador del PSOE, Pablo Iglesias Posse, con un socialismo que tildó de "utópico" con respuestas que "quedaron obsoletas, viejas e inútiles". Se refería así a "su utopía de una sociedad de trabajadores libres, iguales, pacíficos, honrados, inteligentes, fraternos, propietarios de los medios de producción, que se quedó hace mucho tiempo varada". Esa idea de un progreso armónico, "se esfumó al chocar con los escollos de la incertidumbre en que vivimos, en la que no hay frontera más hermética que el día de mañana". Una incertidumbre que tiene que ver con la crisis del Estado, "desafiado por poderes económicos que están en un mercado global sin ningún control".

El legado del fundador del PSOE ha sido otro, apuntó Fernández: "Un patrimonio hecho de tradición, una historia, unos sacrificios, unas lealtades que están en la memoria colectiva", además de haberles dejado "un partido de militantes con un sentimiento profundo de su dignidad como clase ejemplar y de cuadros conscientes de su responsabilidad como dirigentes de una organización decisiva para el cambio social".

Aunque en ningún momento aludió explícitamente a la división interna del PSOE tras la defenestración de Pedro Sánchez, alguno de los pasajes de su intervención podrían haberse interpretado desde esa perspectiva. Así, señaló que "debemos de preguntarnos si ahora estamos administrando correctamente esa historia, esa cultura, esa tradición y esa memoria. Preguntarnos si ahora todos los militantes tenemos ese sentimiento profundo de nuestra dignidad como grupo ejemplar en la sociedad, preguntarnos a nosotros, a los cuadros, si sentimos esa percepción de nuestra responsabilidad como dirigentes de un partido fundamental para la transformación social. Ponernos ante el espejo y también mirar si somos capaces de atraer a los intelectuales, a los pensadores, a los mejores profesionales de la sociedad. Mirar a esa sociedad y decirle que transmitimos no solamente confianza social sino garantía, credibilidad económica que es lo que nos da reputación gubernamental".

La intervención de Javier Fernández fue una de las que abrieron ayer la comida de hermandad en un hotel gijonés para conmemorar la creación un 4 de diciembre de 1891 de la primera agrupación del PSOE en Asturias, que fue la de Gijón. El acto fue abierto con la intervención del presidente de la gestora del PSOE de Gijón, José María Pérez, quien indicó que algunas de las reclamaciones que entonces se hacían siguen vigentes en 2016, "en un ayuntamiento gobernado por la derecha pese a tener mayoría de izquierdas".