En el año 2005, un sindicalista colombiano refugiado en Gijón fue asesinado a su regreso a Colombia. Su nombre era Luciano Romero. El próximo viernes, más de una década después, el colectivo que lleva su nombre recibirá el Premio Juan Ángel Rubio Ballesteros, otorgado por la Sociedad Cultural Gijonesa, en reconocimiento a la labor que la organización lleva a cabo en la ciudad asturiana.

"Estamos muy contentos con la concesión del premio", aseguró el colombiano Javier Orozco, coordinador del colectivo, "nos da fuerza para seguir adelante, para continuar exigiendo el cumplimiento de los derechos humanos y la búsqueda de la paz y la justicia social en nuestro país".

El Colectivo de Refugio Temporal "Luciano Romero" lleva más de tres lustros actuando en Gijón, dentro del Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Guerra en Colombia. De este modo, "hemos recibido en la ciudad a más de un centenar de refugiados", aseveró Orozco, principalmente "personas que están siendo perseguidas en nuestro país, pertenecientes a los sectores sociales más vulnerables según la Organización de Naciones Unidas: los sindicatos y los defensores de los derechos humanos".

Su labor se basa en entablar contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores "para autorizar la residencia de seis meses en España", además de "ayudar a financiar el viaje y la estancia en los dos pisos de acogida de los que dispone el colectivo", analizó Orozco, gracias a lo cual "Asturias puede presumir de un programa de acogida ejemplar", promoviendo y cimentando la solidaridad entre los pueblos.

Toda esta situación viene determinada, según el coordinador, porque "Colombia tiene una imagen democrática que no se corresponde con la realidad", principalmente por "las cifras tan brutales de asesinatos que se producen cada año en el país".

Precisamente, esta situación podría verse revertida en las próximas fechas, gracias al acuerdo de paz firmado entre el presidente Juan Manuel Santos, que le valió el Premio Nobel de la Paz, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC. Orozco ve la firma "con esperanza pero no con garantías". Para el coordinador del colectivo, "la guerra ha llegado a un empate militar negativo, en el que nadie gana y todos pierden, por lo que es imprescindible ponerle fin a través del diálogo". En este sentido, cree que "se ha dado el primer paso para la paz, ahora falta implementar esos acuerdos y luego extenderlos a todos los grupos paramilitares existentes".

El fin último ha de ser "reconstruir el tejido social roto por la guerra, poner fin a la impunidad existente y conseguir un reparto de tierras e ingresos mucho más justo". De este modo, puede que la docena de colombianos que se quedaron a vivir en nuestra ciudad tras acceder a los programas de apoyo puedan volver a su país, como hicieron casi un centenar más, con suerte dispar, como ocurrió con Luciano Romero, que el viernes tendrá su merecido homenaje.