"Es un artista del engaño, siempre conseguía encauzarme". Así definió D. J. G. M., al hombre que supuestamente le estafó más de 100.000 euros en concepto de unos benjamines de sidra Amber Rouge, un cargamento de anguilas y joyas. El procesado, L. L. A. G., está acusado de haberse apropiado de gran cantidad de fondos del demandante en negocios que "nunca fructificaban, yo jamás gané dinero gracias a él", en palabras del mismo. Sin embargo, el acusador siempre continuaba haciendo negocios con el acusado, aun habiendo sufrido en varias ocasiones la falta de rentabilidad de los mismos.

Todo comenzó en los últimos meses del año 2011 cuando, tras haber realizado una operación mercantil con el acusado, el denunciante volvió a realizar negocios con el denunciado, en este caso, para la compra de 22.926 benjamines de sidra de la marca Amber Rouge, por un importe de 82.242 euros, pagados al procesado para que se hiciera con las botellas, con el fin de exportarlas a posteriori. El acusado mantiene que el cargamento llegó a manos del denunciante, pero no puede probarlo ya que el único comprobante estaba en casa de sus antiguos suegros que, según el imputado, aprovechando su mala relación y los negocios en ciernes con el acusador, no le permiten acceder a él. La acusación, sin embargo, sostiene que nunca llegó a recibir dichas botellas, ni el dinero que había desembolsado por ellas.

No obstante, semanas después de la firma de ese primer contrato, las partes continuaron realizando negocios juntos. En este caso, D. J. G. M. pagó 20.000 euros a L. L. A. G, para que éste se hiciera con un cargamento de anguilas en República Dominicana, para posteriormente ser vendido a unos compradores coreanos y, el montante restante, destinado a la compra de unas joyas en una subasta pública. Nuevamente, la víctima denuncia que nunca llegó a recibir ni la mercancía ni el dinero, pese a lo cual mantuvo la relación comercial con el acusado tres años más, hasta finales del año 2014, momento en el que se firmó un finiquito entre ambos, dando por saldadas las deudas anteriores, si se cumplieran una serie de supuestos, que la acusación da por incumplidos y el acusado por zanjados.

Es de remarcar que ambas partes tienen otros procedimientos abiertos en la vía civil. Además, el demandado había sido acusado en el año 2010 a una pena de dos años de prisión por estafa y el demandante había estado investigado por la Guardia Civil por contrabando de angulas. Tanta es la tensión entre las partes que, en el receso del juicio, se vivió un momento de tirantez en los pasillos del juzgados, con amenazas cruzadas.

En vista de los hechos, la fiscalía solicita 6 años de cárcel, por un delito de estafa con el agravante de reincidencia. La acusación particular separa en dos los delitos de estafa, uno por cada transacción fallida, añadiendo tres años más a la pena pedida por el ministerio fiscal, mientras que la defensa pide la absolución del acusado al entender que no hay malicia en los hechos y que, en todo caso, debían de ser tratados en un procedimiento civil, nunca penal.