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BEATRIZ DOMÍNGEZ-GIL GARCÍA | NEFRÓLOGA, EXPERTA INTERNACIONAL EN TRÁFICO DE ÓRGANOS

La voz contra el tráfico de órganos

La nefróloga de raíces gijonesas acaba de presentar en el Vaticano ante el Papa un informe sobre el turismo de trasplantes

La voz contra el tráfico de órganos

La pequeña pizpireta que veraneaba en el Gijón paterno asomada al Muro de San Lorenzo es hoy en día una autoridad internacional en trasplantes. Beatriz Domínguez-Gil González, hija del farmacéutico gijonés Alfonso Domínguez-Gil Hurlé, es la directora de la Oficina Nacional de Trasplantes y Coordinadora Europea de Trasplantes, siempre en primera línea de la investigación y el seguimiento y denuncia de una cuestión tan espinosa como el tráfico de órganos. Esta misma semana fue recibida por el Papa, en el Vaticano, junto con un equipo de trabajo, para entregarle al Santo Padre un informe internacional sobre un problema de dimensiones mundiales.

Beatriz forma parte ya de la cuarta generación de una larga dinastía de gijoneses dedicados al mundo de la sanidad fundada por Aquilino Hurlé, y emparentada a través de los lazos matrimoniales con la saga de los Domínguez-Gil, estirpe política que cuenta en la historia familiar con el hito de haber tenido a un padre, Casimiro, y sus dos hijos, Casimiro y José Domínguez-Gil, como alcaldes de la Villa de Jovellanos.

No se centró Beatriz en ese campo, sino en el de la medicina. Algo que parecía bastante probable siendo como es hija de Alfonso Domínguez-Gil Hurlé, referente nacional en los campos de la biofarmacia y farmacocinética y de la farmacia hospitalaria. Nacida en Santiago de Compostela en 1971 por motivos laborales del padre, hizo vida en Salamanca desde pequeña, donde se asentó la familia de forma definitiva, pero siempre con el norte como referencia. Porque, como aseguran los suyos, "somos muy de Gijón y eso se nota en todas las generaciones de la familia, todos los veranos procuramos juntarnos y ella nunca falla".

En Salamanca cursó el Bachiller y la carrera de Medicina, antes de hacer la especialidad de Nefrología en el Hospital 12 de Octubre. Siempre destacó como buena estudiante. De hecho, en la carrera sacó hasta 15 matrículas de honor y obtuvo la máxima calificación en su tesis doctoral, lo que da idea de lo mucho que le gustaba ya entonces su elección profesional. Hace diez años pasó a ser médico adjunto de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), codo con codo con el doctor Matesanz, y desde entonces su carrera ha sido meteórica.

Concienzuda y apasionada en todo aquello que hace, Beatriz ha centrado sus esfuerzos en la denuncia del tráfico de órganos, con importantes intervenciones en foros como las Naciones Unidas. De hecho fue la encargada de presentar en la ONU en el año 2015 la Declaración de Estambul. Siempre ha estado detrás de la proyección internacional de la ONT, con constantes viajes y ponencias, y ha sido una de las corresponsables de que la ONT y la entidad The Transplantation Society fueran galardonadas con el premio "Príncipe de Asturias" de Cooperación Internacional.

Al margen de su trabajo, al que no escatima esfuerzos, Beatriz destaca por ser una mujer con mucha capacidad para relacionarse, "muy comunicativa", señalan los suyos, y con dos habilidades reconocidas: es una gran nadadora y le encanta bailar. Cuando tienen lugar en agosto las reuniones familiares en Gijón, a las que se traslada desde su residencia en Madrid, "siempre es de las primeras en arrancarse a cantar y seguir el ritmo, es muy animada". Además también es conocida su pasión por la lectura, que suele practicar en los aviones, entre ponencia y ponencia en diversos puntos del mundo, y por el cine y la música en general.

Madre de tres niñas, Lucía, Carla e Inés, quienes disfrutan cada verano de los trucos de magia del tío Álvaro Domínguez-Gil, está casada con un médico otorrino. Tiene dos hermanos: Marta, que se dedica al campo de la Microbiología, y Alfonso, que aunque ha estudiado Derecho y ejerce en el mundo de la abogacía, está especializado en patentes farmacéuticas. Todos ellos constituyen un eslabón más de una conocida familia gijonesa, orgullosa de los paseos por el Muro y con cada vez más peso internacional.

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