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MARÍA ACASO | Profesora de la Universidad Complutense, especialista en educación artística

"La escuela hace lo contrario de lo que debe: mata el amor por el conocimiento"

"La enseñanza tiene que fomentar la creatividad, el pensamiento crítico y divergente, por lo que el arte es una herramienta perfecta para eso"

María Acaso, en las instalaciones de Laboral Centro de Arte. MARCOS LEÍÓN

Profesora de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en educación artística, María Acaso defiende una revolución en las aulas para atajar el fracaso escolar. Afirma que el actual modelo educativo, basado en la lección magistral, responde a una época industrial periclitada. Madrileña de 1970 y autora de libros polémicos, defiende con claridad una alternativa: la introducción en las aulas de los formatos artísticos. Ha hablado de todo ello en Laboral Centro de Arte.

-¿A qué responde este curso que imparte en Gijón?

-Estamos activando un proyecto que se inició el pasado diciembre y que acabará a finales de abril. Ahora toca una segunda fase. Lo hemos llamado "¿Dónde está la oficina de mediación"? y participa, también, el artista Jordi Ferreiro. Resulta algo innovador: plateamos cómo transformar un programa educativo en una obra de arte. Lo que ocurre es que los formatos habituales pedagógicos dan servicio a las obras de arte, mientras que nosotros planteamos lo contrario: convertir el programa educativo en una obra de arte autónoma y generadora de conocimiento.

-Usted afirma que la escuela, tal y como la conocemos, mata la creatividad. ¿Por qué?

-Bueno, eso lo ha dicho Ken Robinson, muy conocido. Yo lo creo a pies juntillas. De hecho, este proyecto que hacemos con Laboral se conecta con varias escuelas que están dispuestas a poner en funcionamiento el método que hemos llamado "Art Thinking". ¿Qué es? Pues la utilización del arte como herramienta para una nueva educación en la escuela; el arte para que un profesor de matemáticas, de biología o de historia logre que su clase sea más interesante y divertida para sus alumnos. Lo que se pretende desde Laboral es llevar el "Art Thinking" a escuelas de Gijón, Oviedo y Avilés.

-Pero, ¿por qué la escuela, tal y como la conocemos, mata la creatividad?

-Se puede comprobar. Un niño de infantil tiene ganas de ir al colegio; otro de primaria, ya tiene menos, y uno de secundaria ya no iría. La escuela hace ahora lo contrario de aquello para lo que se creó: mata el amor y la pasión por el conocimiento, que es creatividad. Lo que pasará en poco tiempo es que gran parte de los trabajos los harán robots, con lo que un valor como el de la creatividad será importantísimo. Las escuelas deben fomentar esa creatividad, el pensamiento divergente y crítico. Y el arte es una herramienta perfecta para eso.

-A esa forma de enseñanza que usted y yo hemos conocido la llama "pedagogía tóxica". ¿Por qué tóxica?

-Es tóxica porque impide la generación de conocimiento propio. Posiciona a los estudiantes como esponjas que tragan y reproducen en los exámenes. Ponen una nota y los alumnos ya se olvidan de todo. No hay aprendizaje. La pedagogía tóxica reproduce los modos industriales que pertenecen al siglo XIX. Tuvo un papel histórico, pero ya no funciona. Todos los estudiantes tienen el Spotify, están en redes sociales; las nuevas tecnologías, incluidas las móviles de Internet, han convulsionado el mundo.

-Usted dice que sólo se aprende cuando el maestro es capaz de suscitar una emoción. Pero eso es algo muy difícil, es lo que hacen los artistas...

-No es fácil, cierto. Lo afirma la neurociencia: sólo aprendemos cuando nuestro cerebro registra una emoción profunda. Y para eso, el arte es una muy buena herramienta. El problema es que la neurociencia no nos dice cómo hacerlo. De ahí el "Art Thinking", que es una metología para fomentar la emoción en las aulas a través del arte y que el aprendizaje suceda.

-¿Y cómo sustanciar en las aulas esa metodología?

-Es una metodología que detallaré en un libro que sacaré el próximo septiembre. Se va a llamar "Art Thinking: transformar la educación a través de las artes". En el último capítulo explicamos los cinco pasos para aplicar esta propuesta en las aulas. Por ejemplo: señalamos que para hablar de un concepto es mejor hacerlo a través de un baile, una "performance" o una instalación que mediante una lección magistral. La clave del "Art Thinking" es ésa: utilizar formatos artísticos.

-Es decir, lo que hace es llevar a la escuela los procesos de creación artística...

-Eso es. Lo que más se utiliza es la lección magistral: el profesor que habla y los chicos que escuchan. Es, precisamente, lo que debemos cambiar. Hay que transformar los formatos y la metodología. Si es que, además, todos los contenidos están ya en Internet. Lo que yo propongo es que una buena forma de enseñar es la utilización de las artes.

-Le dirán que todo eso está muy bien pero que es poco práctico a la hora de formar a los alumnos para el mercado laboral...

-Claro, pero la realidad española es que tenemos un enorme fracaso escolar. Es evidente que debemos trabajar en otra dirección. Toca a las direcciones de las escuelas, a los profesores y a los alumnos de Magisterio empezar a cambiar. No es ya una opción, es una obligación. Vemos lo que ocurre en Finlandia, con metodologías más innovadoras, y cómo nos está dejando atrás. Es imparable; la escuela ya no puede elegir, hay que hacer ese cambio. Es muy importante también la participación de las familias y de los propios estudiantes. No es una revolución educativa que afecte sólo a los profesores, sino que implica a toda la comunidad educativa.

-¿Hay receptividad hacia estas ideas que defiende o más bien la miran con cara de descreimiento"?

-Vamos a hacer un curso de "Art Thinking" el próximo verano. ¿Sabe cuántas personas se han inscrito en tres días? Mil inscripciones. Es una respuesta brutal. Este dato da una idea de lo hambrientos que están los profesores de una nueva metodología. ¿Que hay quien piensa que no sirve para nada? Por supuesto, pero lo cierto es que cada vez se entiende mejor que la innovación es necesaria. Hay que mirar el futuro con optimismo.

-Usted es partidaria de introducir la sorpresa en las clases, en las explicaciones.

-Sin la sorpresa no hay nada. Vas al cine por la expectativa, porque no sabes cómo acaba la película. Cuando sabes ya lo que va ocurrir, te aburres. Y eso es, precisamente, lo que pasa en las clases. Hay que incorporar el asombro al aprendizaje.

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