El pintor asturiano Rodolfo Pico, uno de los más destacados de la generación de los ochenta, fue encontrado muerto a las nueve y media de hoy en su estudio gijonés de la calle Álvaro de Albornoz. Todo apunta, a la espera de la autopsia, que falleció por causas naturales. Enfermo crónico, recibía tratamiento por los brotes de epilpesia que sufría.

Las alarmas saltaron cuando la asistenta que ayudaba al artista, que tiene abierta una exitosa exposición en el Museo Evaristo Valle, optó por llamar a la policía al no poder acceder al estudio de Rodolfo Pico. Un mueble se lo impedía. Los agentes ya no pudieron hacer nada. Se cree, a la espera de los exámenes forenses, que el óbito se produjo en las veinticuatro horas anteriores al descubrimiento del cuerpo.

El fallecimiento de Rodolfo Pico, que tenía previsto impartir un taller el próximo fin de semana en el Evaristo Valle, ha provocado una gran consternación en el mundo cultural asturiano. Valdesano de 1953, residía en Gijón desde su juventud. Autor de un mundo pástico de gran originalidad, el crítico de arte Juan Manuel Bonet, nuevo director del Instituto Cervantes, ha dicho de la pintura del artista fallecido: "Pintura en la cual lo decorativo y lo ornamental son compatibles con una vocación de esencialidad y pureza".

Rodolfo Pico, que inauguró su primera indiviual en 1975, era de uno de los pintores notables de la generación artística asturiana de los años ochenta. Una promoción en la que sobresalen pintores como el de su amigo Pelayo Ortega, además de Melquíades Álvarez o el también desaparecido Javier del Río.