El cierre sin previo aviso de dos centros de depilación en Gijón y Avilés ha dejado un reguero de damnificados asturianos que ahora buscan, con desespero, una solución para no perder la inversión realizada. El sistema de bonos de pago anticipado, de entre 59 y 299 euros, al que se acogían el 95% de los clientes de ambas clínicas, ha acabado por convertirse en una trampa para quienes confiaron en llevar a cabo durante tres años un tratamiento estético de depilación con láser que ahora puede no tener continuidad.

Al menos en Gijón, donde el centro cerró el pasado 27 de enero -funcionó hasta mediodía y no volvió a reabrir-, algún cliente tenía sesiones pagadas hasta el 2019 y hay quien acumula distintos bonos para la depilación en diferentes zonas del cuerpo, con lo que el tratamiento aún sin realizar podría alcanzar el millar de euros.

"Tenemos información de que podemos ser unos dos mil los afectados en Asturias; y muchos quizá aún no sepan del cierre o se den cuenta dentro de un mes, cuando no les llegue la cita para la depilación y se acerquen y vean que ya no existe el negocio. Yo le compré un bono a mi hija en septiembre y sólo llevaba dos sesiones consumidas cuando me entero de que cerraron. Fue gracias a que otra clienta me avisó. Vio la jugada de que algo raro pasaba en la clínica al mediodía y que luego no volvían a abrir por la tarde ni al día siguiente. Estoy indignada pero dispuesta a que nadie se quede con el dinero que no es suyo", relata Noelia Fernández, una de las afectadas de "Conlaser", nombre del negocio que estaba ubicado en la calle San Bernardo. "Nadie se queda con nuestro dinero, faltaría más", añade Isabel Santamarta, otra clienta atrapada en el lío, que no pierde oportunidad de avisar a cualquiera que se acerca a la puerta de "Conláser" de cómo está la situación.

Ambas son miembros de la plataforma -"Afectados Conlaser Asturias" muy activa en redes sociales- que se ha constituido para presionar a los dueños de la clínica. Se trata de un matrimonio de leoneses con una red de centros abiertos por España desde 1999 y que en los últimos meses han ido cerrando, al menos, hasta nueve establecimientos, dejando en la calle con nóminas impagadas a más de una decena de trabajadoras, que también se están organizando con sus reclamaciones. Según han podido saber, tras el cierre de algunos centros como el de Avilés habría un problema incluso de desahucio por deudas acumuladas con las rentas.

Pero el hecho de que las cosas fueran mal, con nóminas que se iban retrasando en el último año y sucesivos cierres en algunos puntos de España, no impidió que la dirección negara siempre a sus trabajadoras la crisis, y que las animaran a vender bonos y captar clientes para depilaciones a años vista.

Por eso, lo que busca la plataforma de afectados es un compromiso a largo plazo para que "Conlaser" cumplan con las obligaciones contraídas. Gracias a la presión que han llevado a cabo hasta ahora algunos de los damnificados gijoneses han logrado que a unos pocos se les diera una solución momentánea. "Nos plantamos en el centro y no les dejamos sacar los materiales, llamamos a todos los sitios posibles y revolvimos hasta que la propia dueña nos dio la cara y vino a Gijón. Ella misma ha estado haciendo depilaciones varias semanas en una cabina alquilada en la zona de Capua", relatan las dos clientas. "No hemos parado de movernos y por eso le han dado una nueva sesión a mi hija y también a mí, porque como temo mucho lo que pueda pasar a partir de ahora hemos recurrido a compartir el bono. Pero las siguientes citas las tenemos en mayo y no tengo muy claro qué va a pasar", explica Noelia Fernández.

También Isabel Santamarta ha optado por incluir a su marido en el bono, para consumir alguna más de las sesiones pendientes, y al menos no perder todo el dinero si finalmente todo se complicara. "En otros centros de España sabemos que cerraron y como nadie se movió, adiós muy buenas. Nosotros creemos que la gente tiene que ser conocedora de lo que está pasando y debe velar por sus intereses", razonan. Se da la circunstancia de que el centro de Avilés cerró en octubre y a la clientela la trasladaron a Gijón. Pero la solución tampoco duró mucho.