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MANUEL MORENO ALONSO | Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla

"Fuera de Asturias y de Gijón, Jovellanos no es un autor vivo, como debiera ser"

"En mis estudios sobre el ilustrado me he encontrado con el hombre moderado por excelencia y honesto a carta cabal"

El historiador sevillano Manuel Moreno Alonso.

Mañana presenta en la casa Natal de Jovellanos su último libro "Jovellanos. La moderación en la política", un texto que hace un recorrido por la biografía política del ilustre gijonés, poniendo el acento en el componente moral de su pensamiento. el historiador Manuel Moreno Alonso, como buen sevillano tiene la gracia de María Santísima; reconoce que la mesa de su despacho es la más desordenada de toda la Universidad de Sevilla.

- Dígame quién es usted.

-Nací en Sevilla y me bautizaron en la iglesia de los gitanos, en 1951. Estoy separado y no tengo hijos. Mi afición a la Historia es desde siempre y no sé hacer otra cosa más que investigar, estudiar y escribir de Historia.

- ¿De pequeño a qué jugaba?

-Al fútbol, nunca. Me encantaba jugar a la guerra, tal vez por eso mi afición a la historia militar. Sé que era muy travieso, pero mis padres supieron encauzarme por el buen camino y mi rebeldía de entonces se transformó en templanza y comprensión, pero sin perder mi personalidad, que ahora se traduce en independencia y libertad de criterio.

- ¿Fue buen estudiante?

-De lo más normal. No suspendí ninguna asignatura, ni en el Bachiller ni en la carrera. Pero lo curioso es que en las materias de Ciencias mis notas eran pasables, pero muy buenas en las de Letras, y de modo especial en Historia. Sobre todo en lo referente a Napoleón, a las guerras napoleónicas y a la Segunda Guerra Mundial.

- Había en su familia tradición hacia la Historia.

-Mi padre se licenció en Historia en la Universidad de Sevilla. Pero para ganarse la vida, estudió también Derecho y se hizo notario, aunque su verdadera vocación era la Historia. Ni madre solía protestar porque en casa sólo de hablaba de esta materia.

- ¿Cuándo tropezó con la figura de Jovellanos?

-En Sevilla vivo cerca de la calle Jovellanos, de manera que su nombre siempre me ha resultado familiar. Luego, como la mayor parte de mis libros los he dedicado al estudio de la Guerra de Independencia y la crisis del Antiguo Régimen, todos ellos están repletos de citas sobre Jovellanos. Pero el haberme atrevido a escribir este libro ha sido por imposición editorial.

- ¿Qué le llamó la atención del prócer?

-Lo que más me ha sorprendido es que siendo un personaje muy importante esté tan poco presente en la intelectualidad española de los siglos XIX y XX. Sé que esto no ocurre en Asturias, y no digamos en Gijón, pero en el resto de España no sucede así. En Sevilla es simplemente un hombre importante, pero muy pocos han leído algo de él. No es un autor vivo, como debiera ser.

- ¿Por qué esta indiferencia?

-Tal vezpor la idea de un hombre distante y muy serio, perteneciente a un mundo que ha quedado muy lejos de nosotros. Aunque en mis estudios, cuando he acudido a Jovellanos como punto de referencia siempre me he encontrado con lo que es por encima de todo: el hombre moderado por excelencia, honesto a carta cabal, con un sentido de la justicia tan sobrio tan y perfecto que impone, máxime si se le compara con otros.

- ¿Su libro se centra en los años que Jovino pasó en Sevilla o va más allá?

-No, es una biografía política, dentro de una colección en la que historiadores de primera fila han tratado personajes políticos como Cánovas, Maura, Canalejas, Gil-Robles o Alcalá Zamora. Por tanto me he tenido que ocupar de toda la vida de Jovellanos, desde su aprendizaje, que le pone en contacto con la Ilustración, hasta su destacado papel en la Guerra de Independencia como ministro de la Junta Central; un momento fundamental y muy mal conocido al que he dedicado un libro: "Proceso en Cádiz a La Junta Central", 2014.

- ¿Desde que lo conoce, le admira o le aburre?

- A partir de esta biografía política donde lo he tratado más, me produce perplejidad. Y más respeto que antes. Lo veo como un personaje excepcional y eso es lo malo; difícilmente lo podemos medir con los demás. Este libro se lo he enviado a mi amigo el historiador inglés John Elliot y me ha llamado la atención su respuesta: "No estaba enterado de la vida de Jovellanos y me ha fascinado la clarísima exposición que haces de su agitada trayectoria. Ojalá que le presten atención en una época en la que prevalece de nuevo el extremismo, sobre la ecuanimidad y la moderación que caracterizaron la vida de Jovellanos."

- Le acabará rezando, San Jovino que estás en los cielos?

-Es lo malo que suele suceder frecuentemente en España, que las biografías se convierten en hagiografías, con el riesgo de producir hartazgo. Lo dijo con toda claridad el sevillano Blanco White, crítico de Jovellanos y autor de su necrológica en 1812, al defraudarle la biografía escrita por el bueno de Ceán Bermúdez. Tras valorar a Jovellanos como literato, juez y magistrado, Blanco reconoció en sus "Letters from Spain" que "como ministro defraudó las esperanzas de la nación".

- ¿Piensa que su etapa sevillana marcó su vida?

-Que no se enfade nadie, pero creo que las dos etapas de Sevilla, la primera cuando llega con veintitantos años, y la segunda, al volver a finales de 1808, son las dos etapas más trascendentes de la vida de Jovellanos. La primera supone su trabajo como alcalde de la Audiencia a una edad tan temprana, y en un mundo totalmente nuevo, que en palabras de Ceán "acabaron de abrirle los ojos". Y el propio Jovellanos decía de Sevilla: "Allí me hicieron las entrañas", según Gonzáles Posada. Allí conoció desde Olavide a Saavedra, su compañero en el ministerio en 1798 y en las grandezas y miserias de la Junta Central, su segunda etapa, tan fundamental para los destinos de la nación.

- Sevilla y el amor?

- Sí, Sevilla tiene su importancia en cuanto al descubrimiento del amor de Jovellanos. A mí me hubiera gustado que don Manuel Álvarez Valdés hubiera identificado la Filis de su amor, pero muy prudentemente no ha querido hacerlo y en plan somocista ha dicho:"¡Descífrenlo los eruditos sevillanos!".

- ¿Fue ingrata Andalucía con él?

-Fue ingrata toda España con él y probablemente lo continúa siendo. Lo fue Asturias, ¡qué más se puede decir! Y de la Vieja Dama, que es Sevilla, se ha dicho que es "una gran ramera". El título de "Las amarguras de Jovellanos" de Julio Somoza es muy significativo.

- Después de escribir este libro, ¿a qué conclusiones ha llegado?

-Que las excesivas restricciones, junto al carácter de sus escritos, muchos estudios técnicos, jurídicos o académicos, impidieron a Jovellanos un mayor reconocimiento internacional. Le faltó la redacción de un libro señero que le hubiera colocado a la altura de los colosos europeos de su tiempo. Casi llega con el "Informe sobre la Ley Agraria" y su "Memoria de defensa de la Junta Central", pero le faltó audacia y le sobró moderación.

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