Cerca de 280 estudiantes de segundo de Bachillerato de los colegios Montedeva, Inmaculada, Codema, San Eutiquio y Dominicas -Virgen Mediadora- se vistieron ayer de fiesta, se citaron con sus familias y sus respectivas comunidades escolares, y despidieron por todo lo alto su vida colegial.

Las celebraciones de graduación, que se vienen repitiendo y aún seguirán en las próximas semanas por todos los centros educativos de la región, se han convertido en una tradición a la que ningún centro quiere renunciar, como broche final con la que se despide a alumnos que ya son parte de la historia y la vida de cada colegio o instituto. En todos los centros -con sus diferentes actos, todos muy pensados y preparados para estar a la altura de la emoción- se repitieron palabras y gestos de orgullo, se propiciaron repasos de vidas colegiales, se lanzaron buenos augurios para los jóvenes y se vieron asomar algunas lágrimas.

El espíritu de estas fiestas quedó patente ayer en actos como el celebrado en el Montedeva, donde la pedagoga Encarnación Jiménez llevó el peso de una despedida original. La experta en formación e innovación educativa sorprendió a las familias y a los asistentes a la graduación pidiendo a madres y padres que escribieran en una ficha un deseo de futuro para sus hijos. Y los deseos que se repitieron fueron "que seáis felices" o "que luchéis por vuestros sueños". Al final la propia Encarnación Jiménez expresó el deseo que todos los reunidos tenían para la última promoción salida de las aulas de Ceares: "que en la vida os guíe la pasión". Una buena hoja de ruta para el futuro inmediato ante la que sólo quedaba aplaudir.