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Un cuarto de siglo sobre las olas

Se cumplen 25 años de la entrada en servicio de "El Sueve", la primera embarcación de búsqueda y rescate de intervención rápida con tripulación profesional de la costa asturiana

Álvaro Aguirre Presa (izquierda) y José Antonio González Lavin, en "El Sueve".

Entre el año 1986 y septiembre de 1992 las aguas marítimas de Asturias fueron escenario de los hundimientos de dieciocho barcos (mercantes, de pesca y deportivos), siniestros en los que perecieron veintiocho personas. Y aún faltaba el naufragio del mercante de bandera de la India "Vishva Mohini", el 12 de abril de 1993, a unas noventa millas náuticas al norte del cabo Peñas, en el que hubo doce muertos y veintiún desaparecidos.

El 8 de junio de 1992, dentro de unos días se cumplirá un cuarto de siglo, quedó atracada, en la segunda alineación de los muelles de Ribera del puerto exterior de El Musel, la lancha de salvamento "El Sueve", destinada por la Dirección General de la Marina Mercante para labores de salvamento en la costa asturiana.

Fue la primera embarcación ligera de salvamento con tripulación profesional que operaba en Asturias, que se unía entonces al remolcador de salvamento de altura "Punta Salinas", que entonces también tenía su base operativa en El Musel.

La llegada de "El Sueve" fue consecuencia directa del desarrollo del Primer Plan Nacional de Salvamento que diseñó el gijonés, antiguo alumno del colegio del Corazón de María y capitán de la marina civil José Antonio Madiedo Acosta, durante su etapa como director general de la Marina Mercante (1986-1989).

Dicho plan fue oficialmente presentado el 1 de junio de 1987, en La Coruña, por el gallego Abel Caballero, entonces ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones, con ocasión de la XV Conferencia Internacional de Sociedades de Salvamento de Náufragos organizada por la Cruz Roja del Mar.

En síntesis, el objetivo del plan era dotar de protección el litoral peninsular e insular español, labores hasta entonces a cargo de la Armada, de los voluntarios de la Cruz Roja del Mar y de los buques de la empresa privada Remolques Marítimos, S. A. (ya extinguida).

La embarcación de búsqueda y rescate de intervención rápida "El Sueve", con 15 metros de eslora, se construyó en Noruega y tocó en La Coruña el primer puerto español antes de poner proa a El Musel. Por fin, el 11 de junio de hace veinticinco años se completó su primera tripulación, que estaba formada por cuatro hombres: el gijonés Álvaro Aguirre Presa (patrón), José Antonio González Lavin (patrón-mecánico), Juan Carlos Fernández Martínez (mecánico) y el también gijonés y exsegundo jefe del Equipo Municipal de Salvamento Pachu Armesto Hevia (marinero).

Al mes siguiente, el 13 de julio, la tripulación de "El Sueve" se enfrentó a su primer naufragio de importancia, el del mercante "Neretva", de bandera yugoslava, a dos millas náuticas al nordeste de Ribadesella. Ese mismo día, en aguas próximas, también se hundió un velero deportivo.

En marzo del año 2000, "El Sueve" fue reemplazada por otra embarcación de mayor eslora y tonelaje, la "Salvamar Rigel" (presentada oficialmente el 11 de agosto de dicho año), que es la que actualmente está operativa desde El Musel. Antes, se dispuso que embarcaciones análogas tuvieran base en los puertos de Luarca y Llanes para atender las costas occidental y oriental del Principado, respectivamente.

"Lo más difícil es cuando tienes que saltar a un barco abandonado, amarrarlo y volver de nuevo a la embarcación de salvamento; muchas veces el que salta no puede volver o te quedas por si rompe el remolque, sobre todo si son veleros, que se mueven mucho con mala mar. En el rescate de un gran velero pasamos veintiséis horas en la mar y uno de los tripulantes de nuestra embarcación de salvamento estuvo en el velero veinte horas con el agua por las rodillas", recuerda Pachu Armesto, que formó parte de la tripulación de "El Sueve" y luego de la "Salvamar Rigel" hasta su retiro laboral el año pasado. Algo más de veinticuatro años de servicio "para todo".

"Al principio hacíamos de todo, regatas, presentaciones, procesiones... Estábamos en toda la costa para todo", recuerda Armesto, que, como los otros tres tripulantes de "El Sueve", tenía un régimen laboral de tres semanas seguidas (las 24 horas del día) en "stand by" (alerta permanente) y una de descanso. Luego, a raíz del hundimiento del petrolero "Prestige", en el año 2002, las embarcaciones de salvamento ya tuvieron doble tripulación y los trabajadores más días de descanso.

¿Se pasa miedo a bordo de una embarcación de salvamento cuando ruge el Cantábrico? Armesto reconoce que "miedo, no, lo que hay es tensión por lo que te vas a encontrar, que no lo sabes, sobre todo por la noche. Pero cuando ya controlas lo que ocurre la tranquilidad es absoluta, aunque lo peor, con mucho, es cuando la lancha, con mala mar, está más tiempo en el aire que en el agua, entre ola y ola. Lo peor es salir volando, la lancha aguanta, pero la tripulación lo pasa muy mal, son cuarenta toneladas cayendo a plomo".

Entre los casos más curiosos que a Pachu Armesto le tocó vivir en la mar está el de "un paisanín que, al parecer, quería hundir su velero para cobrar el seguro. Salió a unas cuatro millas frente a la playa de San Lorenzo y abrió la toma de agua del motor y espero a que entrase el agua. Llamó pidiendo auxilio, pero no se percató de que los veleros tienen mucha flotabilidad. En resumen, que otra embarcación deportiva lo rescató y cuando llegamos nosotros nuestro mecánico saltó al velero y cerró la válvula. El agua dejó de entrar y remolcamos el velero hasta El Musel, donde achicamos el agua ante la desesperación del dueño. Creo que un año después consiguió sus propósitos".

De su experiencia en la mar cuenta Pachu Armesto Hevia que son muy peligrosos los contenedores que caen de los barcos y flotan a la deriva, "son metálicos, tienen picos y no se ven". De hecho, la mayor parte de las operaciones de las lanchas de salvamento tienen más que ver con el remolque de embarcaciones a puerto, "muchas veces por quedarse sin combustible o sin baterías" y de contenedores y grandes troncos, auténticas "minas" para los barcos.

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