Hasta Louis Lumière, inventor junto a su hermano Auguste Marie del cinematógrafo, se rindió a a la evidencia. Tuvo que admitir que el gran creador del cine como espectáculo, según es entendido desde el albor del pasado siglo, había sido su compatriota Auguste Méliès. El séptimo arte tiene su cuna en Francia y en su capital, el efervescente París abierto a las innovaciones técnicas y culturales. Y hacia esa ciudad y ese tiempo mira "Empieza el espectáculo. Georges Méliès y el cine de 1900", la exposición estival que la Obra Social de La Caixa ha montado este año (y van veintiséis) en los Jardines del Náutico.

La muestra, que se inauguró ayer y estará en Gijón hasta el próximo 20 de julio, ocupa dos espacios de cien metros cuadrados y reproduce con gran atención a los detalles (la cartelería, el cinematógrafo de los Lumière, las maquetas, etcétera) el mundo ferial -con sus barracas- en el que nació y creció el cine. También se proyectan algunas películas de Méliès, como la fundacional "El viaje a la Luna", donde se cuenta por primera vez una historia larga (algo más de quince minutos) y se constata que el cine sirve también, al igual que las palabras hiladas, para narrar con imágenes.

"Planteamos un viaje al pasado a través de una escenografía; lo que proponemos a los ciudadanos es que se acerquen al inicio del cine como espectáculo de masas", resumió el escritor Sergi Martín, comisario de una exposición que ha pasado por Cádiz e irá Alicante después de dejar Gijón. "Los Lumière inventan la máquina, pero es Méliès quien la usa para contar historias; es a este último a quien debemos el cine tal y como lo conocemos", añadió.

Es un viaje que comienza en 1889, cuando Méliès (1861- 1938) abandona el negocio familiar de calzado y decide comprar el teatro "Robert Houdin". El genio parisino, que fue también periodista y dibujante satírico, intuye las posibilidades del cinematógrafo de los Lumiére. Y desarrolla desde todos los frentes su potencial como espectáculo. Creyó en el invento de los Lumière más que ellos mismos.

El comisario de "Empieza el espectáculo" hizo resaltar que el pavoroso incendio del Bazar de la Charité (el 4 de mayo de 1897), con 140 muertos, dio un giro al desarrollo del cine. Así que pasó a proyectarse en las ferias, en sus barracas, y de ahí a verse en ciudades y pueblos. La exposición recrea desde el citado siniestro de la sala parisina a los ambientes feriales. Ilustra, asimismo, las muchas capacidades de Méliès desde que rodara, en 1896, "Una partida de cartas". Ejerció de casi todo: director, guionista, escenógrafo, productor... Fue el primero en filmar con dos cámaras. Y a esa innovación debemos que se hayan conservado muchas de sus películas.

La muestra cuenta con testimonios de directores como J. A. Bayona o Javier Ruiz Caldera; de la actriz Greta Fernández o del productor Enrique López Lavigne, entre otros. También incluye "Participa Méliès", actividad educativa y participativa abierta a todo el público. La entrada a la muestra es gratuita, como recordó Nieves Vigón, directora del área de negocio de CaixaBank en Gijón. La concejala de Cultura, Montserrat López, representó al Ayuntamiento en la inauguración de "Empieza el espectáculo".

La exposición cuenta la revolucionaria aportación de Méliès, que siguió a la Exposición Universal que París organizó en 1900. Y también la ruina de su negoció (se llegaron a quemar sus cintas por el nitrato de plata). En 1911 perdió sus derechos de distribución y rodó su último filme dos años más tarde. Es la historia de la película "La invención de Hugo". El periodista Léon Druhot lo rescató del olvido al percatarse de que el gran cineasta era quien regentaba una juguetería en la estación de trenes de Montparnasse.