Ya sabemos que son guardianes de la noche, los ojos de la Policía donde no llegan las patrullas y que su principal labor es controlar los accesos a portales y comercios, comprobando que las puertas de los locales asociados estén debidamente cerradas cuando cae el sol. Recientemente, un sereno fue quien dio la alarma de una mujer herida, que resultó haber sido agredida por su hijastro.

Pero sus labores van más allá. Especialmente en verano, cuando la afluencia de visitantes a la ciudad se multiplica. Entonces, también hacen, a su modo, de servicios móviles de información turística, ayudando a los "despistados" a orientarse o indicándoles el camino hacia sus hoteles o lugares que quieran visitar.

Pero más curiosa fue la actuación de un integrante del equipo de Serenos en la noche del sábado. Fue entonces cuando evitaron que un hombre con claros síntomas de embriaguez condujese su coche. Su actuación deja a las claras la experiencia que ha cogido este servicio que Gijón mantiene a diferencia de otras muchas ciudades: le acompañaron a tomar un café, le convencieron de que cogiese un taxi y le apuntaron el lugar donde dejó aparcado el coche, lo que le ayudó para poder ir a recogerlo el día siguiente. Así lo cuentan en facebook.

En la misma cuenta de la red social, narran con gracia otra intervención de hace unas cuantas noches, cuando tuvieron que socorrer a un gato. ¡Había sobrevivido a una caída desde un quinto piso! Lo llevaron al veterinario y avisaron a su dueña.

Y, de vez en cuando, también se topan con discusiones de parejas, en las que tienen que intervenir avisando a la Policía.

En definitiva, son los serenos de Gijón, los ojos en la noche que están orientados mucho más allá de vigilar comercios y portales. Como si fuesen pluriempleados, su labor es muy variada. Y están orgullosos de ello. Al igual que Gijón se enorgullece de su servicio, a la par que visitantes sienten envidia por no poder contar con algo similar en sus ciudades.