La reforma de la calle Marqués de San Esteban es la obra de nunca acabar. Las labores, que han traído de cabeza a vecinos y comerciantes durante los últimos meses, prosiguen todavía para limar aquellos aspectos de la ejecución que no satisfacen las expectativas creadas. Y todo ello para recepcionar la obra por parte del Ayuntamiento.

En la mañana de ayer, por ejemplo, operarios de la empresa comenzaron a picar el cemento de un tramo de la acera de los números pares, la de los soportales, comprendido entre la calle Matadero viejo y el museo del Ferrocarril. Concretamente era la parte creada recientemente y que supuso una ampliación hacia afuera, suprimiendo la zona de aparcamientos existente en la calle.

Desde concluyó la obra, aunque de forma inicial, las quejas y reproches por el estado en que había quedado la calle emanaron a chorro: cables colgando por el techo y fachadas, maceteros de grandes dimensiones que obstruyen el paso o los charcos de agua que ha dejado la obra realizada por OHL, la empresa adjudicataria. Y todo ello por no hablar del suelo, que se ha ennegrecido a los pocos días -la suciedad es especialmente notable a las puertas de establecimientos de ocio nocturno- y que incluso hizo dudar a muchos si era algo provisional, pensando que no era posible que ese cemento fuese el suelo definitivo.

Tras este contrato, adjudicado por 732.404 euros, sin impuestos, más otros 80.000 euros por problemas con las luminarias, el Ayuntamiento exigió cinco reparaciones urgentes como subsanar una zona hundida en las losas de arenisca, a la altura del numero 48; asegurar la accesibilidad en los pasos de peatones de las calles Travesía de Fomento y Felipe Menéndez, reparar las deficiencias detectadas en los acabados y remates de diversas baldosas a lo largo de toda la obra; la regularización y estabilización a lo largo de la junta de dilatación de las soleras de hormigón y la subsanación de las filtraciones generadas en el garaje situado en el número 32 de la calle.