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JAVIER PÉREZ ROYO | Catedrático de Derecho Constitucional y comentarista político

"Si se activa el artículo 155 se cometerá un error de proporciones gigantescas"

"Ahora mismo, sin un pacto entre el Estado y la Generalitat para celebrar un referéndum en Cataluña creo que no tenemos salida"

Javier Pérez Royo.

Javier Pérez Royo (Sevilla, 1944) es catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla y comentarista político habitual en medios como "El País" y "El Periódico de Catalunya". Hoy, a las 19.30 horas, acude a Gijón invitado por la Sociedad Cultural Gijonesa para hablar de "Cataluña: una modesta propuesta para salir del laberinto", en el centro municipal de El Llano. La "menos mala" de las soluciones pasa, inexorablemente, por el diálogo entre las partes, sostiene el jurista.

- ¿Qué le ha parecido la respuesta de Puigdemont al requerimiento de Rajoy?

-Lo que cabía esperar. "Yo dije lo que dije, usted lo interpreta y saque conclusiones. No me pida que yo me interprete a mí mismo, y que le tenga que decir algo que yo no dije". Puigdemont dijo lo que dijo, y lo dijo después de haberlo pensado mucho. Lo que ha vuelto a repetir es lo mismo que dijo, de otra manera, aprovechando la ocasión para meter en el guión cuestiones como la negociación que le han permitido dirigirse a un público distinto, fuera de España. Yo creo que Puigdemont está jugando sus cartas como considera que debe jugarlas, y eso se sabía. Yo no esperaba que su respuesta fuera de otra manera.

- ¿Activará el Gobierno el artículo 155?

-Yo creo que si se activa el 155 se comete un error de proporciones gigantescas, porque es un artículo que no se sabe lo que es; está copiado del artículo 37 de la Constitución alemana, pero no se ha aplicado nunca. En Alemania no se ha aplicado nunca la coacción federal, ni antes de Weimar ni después; sólo se aplicó durante la República de Weimar y fue una catástrofe espantosa, uno de los institutos jurídicos de los que se hizo uso para que llegara el nacionalsocialismo al poder. El caso de Cataluña no tiene nada que ver, es un proceso de independencia, y no sabemos qué es la coacción federal, aunque en teoría está muy bien definida. Pero en la práctica no sabemos en qué se concreta porque no se ha aplicado nunca. Es complicadísimo y el riesgo no es para Cataluña, es para la nación española. Ahí entramos en un terreno en el que se pone en marcha un proceso que no se controla.

- ¿Se podría haber atajado antes el problema?

-El problema no debería haberse presentado nunca. Si no se hubiera roto el mecanismo que preveía la Constitución del 78 para la integración de las nacionalidades en el Estado, sustentado en el pacto entre los dos parlamentos y el referéndum ciudadano una vez celebrado el pacto, no tendríamos este problema. La Constitución española preveía un mecanismo que condujera a que nunca se plantearía el referéndum. De tal manera que el referéndum sería siempre el punto de llegada del proceso de autonomía, sería la fórmula de ratificación del pacto entre los dos parlamentos. Lo que ocurre con la sentencia "maldita" de 2010 es que se desautorizó el pacto entre los dos parlamentos, y a partir de ese momento en Cataluña se ha planteado el referéndum del derecho a decidir. Lo que estaba en el punto de llegada se ha puesto en el punto de partida: queremos ser consultados sobre nuestra integración en España. Esto es una barbaridad, el referéndum para una cuestión como ésta es muy mala solución, pero es a lo que nos ha abocado la realidad y esto es lo que quiere el 80 por ciento de la población de Cataluña. Ahora ya no hay manera de volver atrás.

- ¿Cómo se arregla entonces?

-Ahora mismo, sin un pacto entre el Estado y la Generalitat para celebrar un referéndum en Cataluña, creo que no tenemos salida. Y, tal y como están las cosas, el Gobierno no va a ceder en ese punto nunca. Estamos en una situación de punto muerto, y ya veremos. Yo, desde luego, si fuera el PSOE no firmaba nada relacionado con la aplicación del 155 de ninguna de las maneras.

- La Generalitat reclama la mediación internacional...

-Es algo que no debe admitirse, porque España es un Estado soberano miembro de la Unión Europea y debe resolver este problema. No sé si es fácil o difícil, pero la democracia española tiene que resolverlo.

- ¿Cuándo y cómo?

-De momento, yo creo que habría que empezar a hablar entre nosotros y buscar interlocutores. Es el momento de los parlamentos, los que no pueden hablar ahora mismo son Puigdemont y Rajoy, se han inhabilitado con su conducta y no pueden hablar, tienen cerradas las puertas entre ellos. Habrá que abrirlas en el Parlamento, que la Comisión Constitucional del Congreso se reúna con el equivalente en el Parlament de Cataluña para ver cómo salimos de aquí, que empiecen a sentarse y parar el reloj de la independencia y del 155. Debe ser una cosa coral, con la representación de todos los partidos del arco parlamentario del Estado y de Cataluña. Esto hay que hablarlo y pactarlo, no hay ninguna solución fuera de esto. Que guardias civiles, jueces y demás lo arreglen es absurdo, es peor el remedio que la enfermedad. El 1 de octubre tuvimos la ocasión de comprobarlo.

- ¿Hasta qué punto entorpece la solución el hecho de contar con unos ánimos tan sublevados entre los sectores más radicales?

-Está claro que entorpece la solución, pero es lo que suele ocurrir en estos casos. Y no olvidemos tampoco el nacionalismo español, que no es menos peligroso que cualquiera de los nacionalismos periféricos porque tiene al Estado detrás. Esto es lo malo, que en estas situaciones sale lo peor, y la gente más sensata se inhibe. Hay que buscar las voces sensatas, la sociedad tiene que movilizarse y hay que buscar dentro del Estado los órganos que realmente puedan actuar. Y los parlamentos son los más legitimados para ello.

- ¿Le parece que ha habido violación de derechos humanos en Cataluña?

-Eso no tiene ningún fundamento, ninguna credibilidad. Lo que hizo la Guardia Civil el 1 de octubre pudo no estar bien, pero en términos de política comparada no es nada; en Estados Unidos con una manifestación política como ésta ya estaríamos viendo cuántos muertos hubo. El Estado español no está actuando de manera excepcionalmente represiva.

- ¿Qué cabe esperar del jueves?

-El Gobierno se ha cerrado todas las puertas poniendo ultimátums, y si no hay diálogo va a tener que activar el 155. Eso es "terra incognita"; en primer lugar, tenemos que saber qué medidas se van a adoptar, que deben ser aprobadas por el Senado, y qué reacción se producirá según las medidas que se adopten, y qué contrarreacción se producirá ante las reacciones a la medidas... Estamos hablando de ser aprendices de brujo, éste es un proceso que ya no hay quien lo controle. Es una dinámica imposible, porque hay reacciones que son inimaginables. Òmnium y la Asamblea Nacional de Cataluña tienen cerca de medio millón de personas movilizadas, cualquiera sabe lo que se les puede ocurrir. Hay que hablar y no hay más. Solución buena no tenemos, tenemos que buscar la menos mala.

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