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Memoria del Dunkerque asturiano

Un extenso trabajo del Grupo Eleuterio Quintanilla sobre el exilio republicano muestra fotos y textos de la época, además de entrevistas con protagonistas

Llegada de un barco con niños y niñas españoles al puerto francés de La Rochelle. CONSTANTINO SUÁREZ

El 24 de agosto de 1937, en plena Guerra Civil, la rendición incondicional a las tropas italianas que luchaban en el bando nacional, en Guriezo (Cantabria), de los batallones dependientes del Partido Nacionalista de Euzkadi, en el que pasaría a la historia como el Pacto de Santoña, determinó el derrumbamiento de la defensa republicana en el teatro de operaciones del Cantábrico. El 21 de octubre siguiente el ejército nacional entraba en Gijón, terminando así con la última defensa republicana en el norte de España.

Ante el desmoronamiento del frente por la traición de los nacionalistas vascos, miles de republicanos evacuaron por mar de Asturias, rumbo a Francia, principalmente desde el puerto de El Musel. El Grupo Eleuterio Quintanilla (sección de Educación del Ateneo Obrero de Gijón) cifra en unos 70.000 los evacuados, en lo que algunos autores denominan el Dunkerque asturiano.

El próximo día 8 de noviembre, en la Biblioteca Pública Jovellanos (calle de Jovellanos, número 23), el Grupo Eleuterio Quintanilla inaugurará, dentro de sus jornadas "Sufrir la guerra, buscar refugio. Asturias 1936-1937", una exposición "destinada a ilustrar el exilio de algunas de estas personas obligadas, en muchos casos, a reiniciar su vida en tierra extraña, pues el regreso no fue posible". Entre otros el pedagogo anarquista Eleuterio Quintanilla (Gijón, 1886-Burdeos, Francia, 1966).

Las jornadas también han supuesto que también en internet (www.equintanilla.com) se pueda consultar un trabajo multidisciplinar elaborado por los miembros del Grupo Eleuterio Quintanilla sobre el exilio republicano, con material que abarca textos historiográficos, entrevistas en formato vídeo, entrevistas con protagonistas de los hechos, artículos e informaciones de la prensa de la época, fotografías, obras pictóricas, textos memorialísticos sobre la vida en Gijón y en Asturias durante la Guerra Civil y testimonios de evacuados. Un trabajo para que no se pierda la memoria del exilio republicano a los 80 años del fin de la Segunda República en Asturias y también la de la enorme contribución de cientos de republicanos en la lucha, en la Francia ocupada, contra la Alemania nazi.

Luis Fernández Fidalgo nació en Turón (Mieres) el 29 de julio de 1929. Fue uno de los miles de evacuados hace 80 años. Tenía otros dos hermanos, Antonio y José, que también fueron evacuados junto con su madre, Julia, y una tía. "En Turón cayeron dos o tres bombas de un avión, una mató a un chaval", recuerda Luis Fernández ocho decenios después de los hechos. "Y empezó la evacuación en septiembre de 1937. Mis padres decidieron evacuar, pero mi padre no, a los hombres no les dejaban. Nos llevaron a El Musel y nos metieron en un barco a mediados de septiembre. Era un barco de carga y decían que era inglés. Salimos al amanecer para Francia. El mayor de mis hermanos tenía catorce años, el mediano doce y yo, el pequeño, ocho. Por el camino hacia Francia nos paró un barco, que decían que era el 'Cervera' (el crucero ligero de la Armada nacional 'Almirante Cervera'). Subió un oficial a bordo con varios marineros. Querían que el barco diera la vuelta y la gente empezó a llorar, pero no pasó nada y el barco siguió. Iba lleno de gente, con hombres mutilados. Así llegamos a Burdeos".

En la ciudad francesa a los evacuados, recuerda Luis Fernández, nos metieron en una nave grande, donde nos dieron de comer y a los críos nos vacunaron. Desde allí fuimos en tren a Barcelona (entonces aún territorio republicano) y luego nos llevaron a Mataró. A mí me metieron en una casa de payeses y a mi hermano mediano se lo llevaron a un colegio en Lloret de Mar, pero cuando se intensificaron los bombardeos se los llevaron a Bélgica".

Con los payeses de Mataró, "que no me trataron muy bien, eran de derechas", permaneció Luis Fernández Fidalgo hasta el final del derrumbamiento de la Segunda República, en 1939. Ahí empezó su segunda evacuación. "Caminamos varios días por carreteras hasta la frontera con Francia, creo que en Puigcerdá. Pero por el camino, en una de las fincas mi hermano bebió mosto y le hizo daño y a la hora de seguir caminando no podía. Pasó entonces un camión cargado de soldados en retirada y montamos mi tía, mi hermano y yo, mi madre no tenía sitio y quedamos en vernos en la frontera. Perdimos a mi madre seis meses. La noche que pasamos en la frontera estuve dando voces llamándola, pero no apareció. Al día siguiente cruzamos a Francia".

Los siguientes meses los pasó Luis Fernández refugiado en Francia. "Un día vino un policía a preguntar a mi tía por mi madre, cómo se llamaba, los años que tenía, dónde nos habíamos separado. Un día que yo iba en bicicleta por el pueblo vimos un autobús sin techo y allí estaba mi madre. Tire la bicicleta y paré el autobús. La habían encontrado a trescientos kilómetros".

Al acabar la guerra todos volvieron a Turón, donde aún estaba el padre de Luis Fernández. Dejó atrás dos evacuaciones. En la primera, por mar, "no estaba asustado, estaba con mi madre, con mi tía y mis hermanos, pero pasamos miedo en la retirada a Francia, cuando los aviones ametrallaban la carretera".

Enriqueta Ortega, que forma parte del Grupo Eleuterio Quintanilla, subraya que "la exposición que se inaugurará el 8 de noviembre trata sobre unas cincuenta microbiografías, unas individuales y otras familiares, que hacen referencia a personas todas asturianas, unas más conocidas y otras anónimas, que tuvieron que evacuar. Está la de Luis Fernández Fidalgo". Se trata, afirma, de "recordar y homenajear la lucha de todos estos republicanos que evacuaron y de su instalación en Francia, donde no fueron muy bien recibidos por parte de las autoridades".

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