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Una familia con mucha miga

Una empresa asturiana del sector del pan invierte 1,5 millones para instalarse en Lloreda, en una nave que permite quintuplicar su producción

Una familia con mucha miga

Manuel Méndez Rigueras prácticamente nació entre panes. Miembro de una familia de siete hermanos, su padre, Manuel Méndez Leiguarda era el molinero de San Antolín de Ibias y su madre, Virginia Rigueras Fernández la cocinera que regentaba allí una panadería familiar, en la que su hijo ya de pequeño le ayudaba como probador debido a la diabetes que sufría su madre.

Manuel Méndez Rigueras y su hermano Baldomero siguieron la tradición familiar. En los años 80 del siglo pasado, Baldomero regentaba la panadería Cancela, en San Antolín, mientras Manuel se recorría, en un Land Rover con dirección mecánica, las carreteras del suroccidente asturiano vendiendo hogazas. Así hasta que en 1997 decidieron dar el salto. Llegaron a Gijón para fabricar las hogazas de pan que durante años había repartido por Ibias y zonas limítrofes de Asturias como Cangas del Narcea y El Valledor (Pola de Allande) y Galicia, como Los Coutos y Nogueira Muñiz.

La fórmula funcionó y la empresa, que tras el fallecimiento de Baldomero regentan Manuel Méndez Rigueras y sus cuatro sobrinos, acaba de abrir una nueva fábrica en el polígono de Lloreda. El aumento de la demanda y la diversificación de la producción habían hecho que se les quedara pequeña la nave en la que se establecieron en el polígono de Porceyo en 1997. En aquella fecha, su primera hornada consumió un saco de harina, de 50 kilos. Ahora, la fábrica utiliza cada madrugada 4.500 kilos de harina, cantidad que irá en aumento.

El traslado a Lloreda ha supuesto una inversión de 1,5 millones de euros para la familia, incluyendo la nave de 2.500 metros cuadrados, la parcela y maquinaria de nueva adquisición. Además, la empresa acaba de adquirir a Sogepsa otra parcela colindante de 2.500 metros cuadrados en previsión de una futura expansión de la fábrica, si fuera necesario.

Manuel Méndez explica que se trasladaron desde la nave en Porceyo, de 890 metros cuadrados, porque se les quedó pequeña. Un traslado de toda la maquinaria que se hizo en una sola noche, el 30 de julio y sin que afectara a la producción. La antigua nave permanece por el momento cerrada, pero no se va vender, dado que la siguiente generación del grupo empresarial familiar estudia darle nuevos usos en el futuro.

El traslado "nos da la posibilidad de producir hasta cinco veces más que en la otra nave", explica Manuel Méndez. La empresa no ha parado de crecer desde que se estableció en Gijón.

Inicialmente se limitaba a la producción de hogazas con masa madre, "formiento" como se le conoce en el occidente asturiano un proceso de fabricación con fermentaciones muy largas que utilizan en toda su producción de pan, que ya no se limita a las hogazas. La demanda de los locales hosteleros a los que sirven y también en las tiendas les llevó a producir barras. La diversificación de productos continuó con bollería, galletería y empanadas. El siguiente paso en la diversificación será la pastelería, con la que comenzarán a principios del próximo año. La empresa también está trabajando en una nueva linea de pan precocido para la hostelería.

Su producción se distribuye en tiendas de Gijón, Oviedo, Lugones y Avilés y en establecimientos hosteleros del centro de Asturias. Una actividad que actualmente da trabajo a 70 empleados entre los de la fábrica de Lloreda y las ocho tiendas propias que tiene en Gijón el grupo empresarial, que integran las sociedades Pan de Ibias, Brazois y Horta del Meirazo.

Hasta ahí ha llegado de momento una empresa creada por dos emprendedores del occidente asturiano, que llegó a Gijón porque aquí ya residían sus cinco hermanos y porque conocían la ciudad en la que habían estado escolarizados de pequeños.

Aunque toda la familia está asentada desde hace años en Gijón, no olvidan sus raíces. Uno de los proyectos que tienen en mente es restaurar el viejo molino de agua en el río Ibias, en el que trabajó su padre. Quieren volver a verlo funcionar. Ya no para trabajar y dar servicio al pueblo, como antaño, sino para que pueda visitarse. Aquel fue el germen de lo que con el tiempo ha llegado a ser una de las principales panificadoras de Asturias.

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