Las personas que tienen una visión normal sin astigmatismo tienen una córnea esférica, es decir, tiene forma de medio balón de futbol. Sin embargo, aquellas que se ven afectadas por astigmatismo tienen la córnea con forma de medio balón de rubgy. El astigmatismo es una condición muy habitual, ya que más del 90 por ciento de las personas lo padecen, y la causa de su aparición es aún desconocida. Generalmente se presenta desde el nacimiento y puede existir independientemente o acompañado de otro defecto visual, como la miopía o la hipermetropía. Un grado bajo de astigmatismo se considera normal y no requiere corrección alguna.

¿Qué síntomas tenemos si padecemos astigmatismo?

El astigmatismo leve suele producir pocos síntomas, pero cuanto mayor es el astigmatismo, mayor es la distorsión de las imágenes que observamos, tanto de cerca como de lejos. Si el astigmatismo es muy elevado puede afectar seriamente a la visión. Suele desarrollarse entre el nacimiento y los 12 años de edad. Si el astigmatismo es alto y no se compensa precozmente, se corre el riesgo de que los niños puedan sufrir una ambliopía u ojo vago. Los niños pequeños que tienen astigmatismo en ocasiones fruncen el entrecejo, bizquean o se acercan mucho a los objetos. También pueden girar o inclinar la cabeza. Esta actividad puede producir fatiga ocular o dolores de cabeza. Las personas que sufren astigmatismo ven los objetos, tanto cercanos como lejanos, distorsionados. Las imágenes se difuminan y ven borrosas.

Si tienes problemas visuales relacionados con el astigmatismo, debes acudir a una revisión optométrica. Tu óptico-optometrista te prescribirá inmediatamente el mejor tratamiento, bien sean gafas o lentes de contacto.

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