"Esto va para largo". Los participantes en las labores de extinción del incendio tuvieron claro desde que llegaron al desguace que las labores para sofococar las llamas iban a ser muy duras debido al tipo de material que estaba ardiendo: neumáticos, restos y piezas de vehículos desguazados y bidones de todo tipo apilados en diferentes montones. Es por ello que la prioridad de los bomberos fuese la de controlar el incendio en una zona antes de atajarlo directamente. Quedaba por delante una larga noche para ellos.

Al fuego había que sumar el peligro de posibles explosiones a medida que ardían los restos de vehículos. De hecho, los pequeños estallidos, como si fueran petardos, eran constantes en el lugar. Junto al fuego, y muy próximo a la zona del fuego, había otras dos "montañas" de restos de coches y chatarra que quisieron alejar -elementos que, después, tendrán que ir desmontando poco a poco, retirándolos y luego enfriando, según los expertos-. Para ello, los bomberos requirieron de la ayuda de tres grúas pulpo de la empresa para alejar las montañanas del fuego y así evitar que se propagase.

El incendio recordó, en cierta medida, al del cementerio de neumáticos de Seseña, que, de igual forma, se logró controlar en un primer momento, pero cuya extinción total llevó varios días. En este caso, los bomberos tratan incesantemente de acabar con las llamas en el desguace gijonés.