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BEATRIZ JUNQUERA CIMADEVILLA | NUEVA DIRECTORA DE LA CÁTEDRA DE EMPRENDIMIENTO DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

La emprendedora de la Universidad

La catedrática Beatriz Junquera Cimadevilla creció entre gatos, leyendo mucho y analizando todo lo que la rodeaba

La emprendedora de la Universidad

Defiende Beatriz Junquera Cimadevilla (Noreña, 1968) que la educación que reciben las mujeres a lo largo de su vida influye enormemente en su manera de reaccionar, de vivirla. Quizá por eso ella, que pasó toda su infancia pegada a un libro y rodeada de gatos en la casa de sus padres, haya llegado tan lejos gracias al estudio.

Junquera acaba de ser elegida nueva directora de la Cátedra de Emprendimiento recientemente puesta en marcha por la Universidad de Oviedo. "Las mujeres tenemos poca autoestima y valoramos poco nuestros logros", asegura esta catedrática de Organización de Empresas que, echando la vista atrás, puede sentirse completamente orgullosa de lo conseguido.

Aunque nacida en San Pedro, un pequeño pueblo subiendo el Alto de La Madera, antes de cumplir la media docena de años se trasladó a vivir a Nuevo Gijón, acompañando a su padre, Marino Higinio, que trabajaba en Uninsa. Junto a ellos, se desplazaron su hermano, Higinio y su madre, Delfina, cuyo pueblo, Meres, continuaron visitando. Allí pasaban los fines de semana, calentándose en la cocina de carbón y rodeados de perros, vacas y sobre todo gatos, muchos gatos, el animal favorito de Junquera.

De aquella época data el recuerdo que todo el mundo tiene de la pequeña Beatriz: una persona muy pegada a los libros, a sus estudios. Mientras que su hermano estaba siempre en la calle o montado en su bicicleta, ella acostumbraba a estar en casa leyendo, estudiando, formándose. No en vano, a Beatriz siempre le gustó mucho ir al colegio, a las Ursulinas de Gijón, del que guarda muy buen recuerdo, aunque aquel año, su primero de EGB, cosechara las peores notas de su vida, fruto del cambio de vivienda desde Noreña. Fueron las últimas.

A partir de ese momento, y como espoleada por aquellas calificaciones, Junquera comenzó una carrera académica imparable que le llevó, en 1991 a licenciarse en Económicas y Empresariales en la Universidad de Oviedo, tras una carrera brillante merced al ingente esfuerzo que nunca dolió prendas en realizar. Ese mismo año se incorporó ya a la institución como profesora asociada. Apenas un lustro más tarde consiguió su puesto como profesora titular. Desde 2010 ejerce como Catedrática de Organización de Empresas, que compaginó con la dirección de la Cátedra de Extensión Universitaria Jovellanos que el antiguo rector, Vicente Gotor, le confió.

Dicen de Junquera que de pequeña pecaba de mandona. Una cualidad que supo reconvertir en su faceta como directora de tesis en la Universidad, donde es extremadamente exigente, pero también muy comprensiva. No es extraño ver en las correcciones que hace en las tesis palabras como "horror", "pavor", o "terror", escritas siempre tras una sonrisa.

Sus doctorandos aseguran que "sobre todo, es muy buena persona, valora mucho el trabajo, lo que no puede soportar es que la gente escurra el bulto. Siempre te anima si no salen las cosas, siempre dice que hay que mirar hacia adelante".

Una máxima que se aplica a sí misma. Aseguran de Junquera que echa muchas horas en su trabajo porque le encanta, no por una cuestión de ambición, sino porque vive por y para ello. Es una enamorada de las ciencias sociales, por lo que se pasa innumerables horas buscando datos, realizando estudios o hacienda estadísticas.

Esa mirada al frente perenne se refleja en sus constantes ideas innovadoras. Fue ella una de las primeras personas en tratar en España cuestiones como la gestión medioambiental en el mundo de la empresa o la necesidad de incorporar a las grandes corporaciones la responsabilidad social corporativa. Unas líneas de investigación en las que poca gente creía y cuyos éxitos no duda en celebrar. Sin embargo, su vida se escribe en base a dos claves, dos palabras rimadas que lleva escritas a fuego: emprender y mujer. Son sus dos frentes de batalla y ella los liga bien, llevando la revisión del mundo del emprendimiento con las claves del papel de la mujer en la empresa.

Compañeros de trabajo de Junquera envidian su pluma. Dicen que tiene una gran capacidad argumentativa porque interpreta muy bien los temas. Por ello, no cejan en el empeño de convencerla para que escriba una novela como las que tanto le gusta devorar, más allá de los centenares de publicaciones y diversos libros que escribió sobre su especialidad.

Junquera se define como una asturiana de pro, defensora del Principado, su cultura y su gastronomía. Con una excepción: no le gusta el queso, en la cuna del fermentado lácteo. Una contradicción como lo podría ser que una mujer hecha a sí misma y con responsabilidad estudie por qué las de su mismo sexo no logran lo mismo. Una situación que Junquera, por medio de su incesante trabajo, trata de cambiar.

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