La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Viviendas modernas para fijarse

La organización que estudia y documenta la arquitectura del movimiento moderno reconoce el valor de dos inmuebles de Mariano Marín Rodríguez-Rivas

Aspecto de la fachada en diente de sierra de Ramón y Cajal. ÁNGEL G.

Dos inmuebles de viviendas con más de medio siglo de vida, uno en la calle Ramón y Cajal y otro en la calle Luciano Castañón -haciendo cuña con la calle Uría y la avenida de la Costa-, ambos obra del arquitecto Mariano Marín Rodríguez-Rivas, son la última aportación gijonesa al registro de la Fundación Docomomo Ibérico. La organización -versión nacional de una entidad internacional- estudia y documenta la arquitectura del movimiento moderno para lograr su reconocimiento popular y ahora ha aceptado las ocho propuestas presentadas por el Colegio de Arquitectos de Asturias, entre las que están los dos bloques de viviendas gijoneses, obra ambos del arquitecto al que el Colegio asturiano dedicó su último premio honorífico del sector.

Sobre el edificio de la calle Ramón y Cajal 38, los expertos destacan que se trata del inmueble con el que Mariano Marín Rodríguez-Rivas inició su vida profesional, una obra moderna "diferente de cualquier edificio convencional en esquina", según se describe técnicamente. Fue proyectado en 1957 y construido en 1961. La modernidad del bloque queda patente en un cuerpo elevado sobre un zócalo de piedra vista y "un volumen con un gesto formal de diente de sierra que no es caprichoso, ya que se realiza pra el mayor aprovechamiento del soleamiento", según describe la ficha del inmueble.

El edificio, que hace esquina en Ramón y Cajal con la calle Sagrado Corazón, forma parte del Catálogo Urbanístico del Municipio de Gijón con un nivel 3 de protección ambiental y en las observaciones que hacen los técnicos municipales se recoge que "el uso de diferentes materiales alcanza una extraordinaria fuerza visual. La planta baja se reviste de aplacado de piedra irregular, que le da un carácter pesado, y destaca el uso del gresite para revestir el gran paño ciego hacia Ramón y Cajal".

La preocupación de la Fundación Docomomo Ibérico por reconocer algunas obras es también una forma de protegerlas y animar a su conservación. Y eso tiene carga de intensidad en el caso de este bloque de Ramón y Cajal, ya que precisamente los técnicos municipales destacaron en su revisión del Catálogo urbanístico algunos de los desaguisados autorizados en el edificio. Así, se advierte que "la sustitución de carpinterías se ha producido de manera caótica, debiendo unificarse en un diseño homogéneo que conserve las características básicas del diseño original. Las terrazas que han sido cerradas deberán eliminar el actual cierre y sustitutirlo por otro retranqueado, que no soprepase el cambio de altura de los techos de las terrazas originales, debiendo unificarse los nuevos cierres en un diseño homogéneo para todas las viviendas".

Por lo que respecta al otro edificio reseñado que se incorpora al registro ibérico de la arquitectura moderna, el de la calle Luciano Castañón, también tiene un nivel de protección ambiental 3 para los técnicos municipales. Proyectado en 1957 por Marín Rodríguez-Rivas conjuntamente con su padre, Mariano Marín de la Viña, y construido en 1962, tiene una docena de plantas "y su fachada se considera representativa de los estilos arquitectónicos de la ciudad, cuya conservación se entiende como necesaria", sostienen los técnicos. Los estudiosos ven en el edificio la virtud de ser un icono de una gran manzana -en Los Campos-, con fachadas a la avenida de la Costa, calle Uría y Luciano Castañón, que incorpora volúmenes más bajos a los lados para hacer mejor la transición de un inmueble tan alto en su relación con el resto de los edificios del entorno. El propio arquitecto señalaba recientemente el orgullo que sentía por haber firmado es edificio, que consideraba "monumental".

La importancia que profesionalmente se concede a las obras firmadas por una veintena de arquitectos asturianos entre 1950-65 -entre ellos Mariano Marín Rodríguez-Rivas- está en relación con el hecho de que se les considera los restauradores del espíritu moderno tras el periodo de aislamiento de la posguerra. Una reciente exposición sobre el tema en el Museo de Bellas Artes de Asturias reflejaba el valor de "un grupo de profesionales que en un entorno gris de una sociedad castigada se comprometieron con la modernidad ejerciendo su oficio de un modo discreto pero intenso".

Además de la aportación local con estos dos inmuebles el registro ibérico se incrementa en Asturias con la Iglesia de San Tirso de Godos de Trubia, el mercado de abastos de Ribadesella, un grupo de viviendas en la calle Vázquez de Mella en Oviedo (obra de Félix Cienfuegos y Joaquín Cores), la cafetería Cuitu Negro de Valgrande Pajares y el Grupo Escolar de Aboño. Gijón ya tenía presencia en el Docomomo Ibérico con casi 40 reseñas, la mayoría relativas a edificios más populares como el Monte de Piedad, la estación de Alsa, el Parque de Bomberos o la Fundación Honesto Batalón.

Compartir el artículo

stats