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LUIS LÓPEZ MENÉNDEZ | Sacerdote de las parroquias del Espíritu Santo y de San Pablo

"Hablamos de mil cosas pero de temas interiores es difícil; abunda la frivolidad"

"Veo a la Iglesia con mucha esperanza: más libre, menos dependiente del Estado, del IRPF... la veo con comunidades más pequeñas"

Luis López, delante de una de sus parroquias, la de San Pablo, en el Polígono de Pumarín. JUAN PLAZA

Ha de tener un trabajo abrumador, pero no se queja. Vive solo con su perra "Arya", y confiesa ser feliz en su sacerdocio.

- Dígame quien es.

-Nací en Avilés (1975), en un parto de trillizos, dos gemelos y una melliza. Mi hermano y yo nos parecemos mucho, somos los dos sacerdotes, él es párroco de San Nicolás de Avilés, y mi hermana es profesora, está casada y tiene tres hijos. Mi madre vive, pero mi padre falleció de un infarto un año antes de que nos ordenáramos. Tenía 55 años y era inspector jefe de la Policía Nacional de Avilés. Yo me veo extrovertido, me gustan mucho gastar bromas y que la gente sea feliz. Yo soy feliz, pero dentro de esa felicidad, a veces hay un poco de desorden.

- ¿Siempre quiso ser sacerdote?

-Sí, era una de las cosas que pensaba. Tuve la gran suerte de que mi formador fue Herminio, el que está de párroco en San Lorenzo, y él siempre nos decía que la vocación era tener claro que entre las cosas que queríamos ser el día de mañana era el ser sacerdote, pero que no podíamos descartar tampoco otra opción. A mí me hubiera gustado también ser policía nacional, como mi padre. Íbamos mucho por la comisaría a verlo y había un ambiente muy familiar.

- ¿Por qué se decidió por el sacerdocio?

-Al final vi claro que donde más feliz iba a ser era en el sacerdocio, y tomé la decisión. Me ordené en 2002, tenía 26 años. Nos ordenamos a la vez mi hermano y yo, en la Catedral de Oviedo.

- ¿Su primer destino?

-Uno muy corto, en Gijón, en la parroquia de San Nicolás de Bari. Sólo duró once meses, pero aprendí mucho de Fernando Fueyo; lo aprecio muchísimo. Luego me tocó ir a Blimea, en la cuenca minera, donde lo pasé muy bien. Después estuve tres años en San Miguel de Pumarín, pero ocurrió que la parroquia del Espíritu Santo quedó libre, porque el párroco, Fanjul, estaba en Madrid en la Conferencia Episcopal, y don Carlos Osoro me mandó que me ocupa yo de ella. No encontraban a nadie y había pocos sacerdotes, así que vine. Luego murió el párroco de San Pablo, en el Polígono, y ahora llevo las dos.

- ¿Cómo se las arregla?

-Tengo la suerte que en ambas hay mucha gente colaboradora. Cuesta, a veces, coordinar los horarios, pero con la ayuda de las personas vamos tirando; no sabría arreglármelas solo.

- ¿Y su feligresía es homogénea o diferente?

-Bueno, sí, hay diferencia. En el Espíritu Santo hay que llamarles para que colaboren y en San Pablo no hace falta. Pero en lo demás son muy parecidas.

- ¿Cuántas misas dice los domingos?

-Tres, dos en la del Espíritu Santo y una en San Pablo.

- ¿Y se llenan las iglesias?

-Sí, la de doce y la de una, sí.

- ¿Se vive la Semana Santa?

-Sí, esto es un barrio y muchos feligreses se van a los pueblos. En la iglesia del Espíritu Santo tenemos la imagen de La Piedad, la que desfila en la procesión del viernes. La trajo la cofradía de la Vera Cruz para que la mantengamos en el culto todo el año, y al ser yo el capellán de la cofradía fomentamos la devoción y la participación en los desfiles de la Semana Santa.

- Este año no pudo decir usted el sermón del Encuentro, al suspenderse la procesión, ¿Lo ha sentido?

-Si, es un momento muy emotivo, ves a la gente con tanta piedad, en la plaza del Marqués? Es algo muy especial, en un ambiente tan guapo, con tanto recogimiento? La verdad es que el público se porta muy bien en las procesiones y es fácil llegarles al corazón. Que se vayan con algo de esperanza, de alegría y de ilusión ante las espinas de la vida, ante la Cruz, es lo que deseo. Tantos dolores como hay sin que los llames? Hoy hay muchas redes sociales, muchas historias, pero hay gente que se encuentra muy sola para hablar de temas personales. Abunda la frivolidad, hablamos de mil cosas, pero de temas interiores es difícil. A veces esperan escuchar algo que les dé fortaleza para seguir adelante.

- ¿En qué iba a centrar su sermón?

-Pensaba decir que en la pasión de Jesús ya no podemos hacer nada porque ya está condenado a muerte. Pero hay veces que decimos "esto se veía venir". Solemos comentar a menudo que llegamos tarde a la gente que está con problemas. Esperamos, esperamos y llegamos tarde, como pasó con Jesús. Y tal vez el encuentro nos pueda ayudar para estar más atentos a las necesidades de los demás. No tenemos que hacer grandes cosas solo escuchar o tomar una café con alguien que nos necesita. En una palabra, ser un cirineo que les ayude a salir de la encrucijada.

- ¿Cómo ve el futuro de la Iglesia?

-Bien, la veo con mucha esperanza. Creo que distinta de la que conocemos, una iglesia más libre, menos dependiente del Estado, y del IRPF? Como dice el Papa Francisco no somos una empresa de patrimonio, ni de guardar bienes culturales, nosotros estamos para anunciar el Evangelio. Yo la veo con comunidades más pequeñas.

- Se observa un proceso de descristianización?

-Sí, pero vale más que sea como en el principio, que haya comunidades que vivan la fe de una forma más sincera.

- Decía Maximiliano Cordero, que al principio la Iglesia la formaron doce, y a lo mejor, Dios quiere que al final acaben siendo otros doce.

-Lo decía también Ruiz de la Peña, el teólogo asturiano, que la Iglesia el día de mañana sería de pequeñas comunidades pero de gente muy recia, con mucha espiritualidad y mucha fortaleza.

- ¿Usted, nunca tuvo dudas?

-No; hombre, me hubiera gustado tener hijos, pero estoy contento con lo que elegí, y con cualquier opción, al final siempre tienes que renunciar a algo. Dudas las tengo referentes a cómo hacer las cosas mejor, cómo llegar a la gente que no llegas. Pero dudas de fe, no.

- ¿Es muy rezador?

-No, sí soy muy de imágenes y de la Virgen y de la Eucaristía. Me hubiera gustado ser misionero.

- Se acabó aquella crisis de los ochenta, cuando renunciaron tantos sacerdotes?

-Mejoró en ese aspecto la formación, y nos van inculcando la identidad propia.

- ¿Cuáles son sus pasatiempos?

-Las actividades con los scouts. Soy del diario diocesano de los scouts de San Miguel de Pumarín, hacemos excursiones, campamentos y rutas con ellos. En otro orden, tengo un belén de Playmobil y voy haciendo casitas.

- ¿Quiere ser santo?

-Sí, aunque sea a palos.

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