L'Aquila / Oviedo

La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-8 concluyó ayer en la ciudad italiana de L'Aquila con la vista puesta en una posible ampliación del club a 14 miembros y con el compromiso de los líderes mundiales de donar unos 14.500 millones de euros (20.000 millones de dólares) contra el hambre.

Después de tres días de encuentros del más alto nivel, los países del G-8 (EE UU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia) acordaron la financiación necesaria para contribuir a la seguridad alimentaria en el mundo, un compromiso que llegó tras reunirse con varios países africanos.

La cantidad final acordada representa un incremento de 5.000 millones de dólares sobre los 15.000 inicialmente previstos y España contribuirá con 500 millones. El aumento en la donación se produjo tras una intervención del presidente de EE UU, Barack Obama, que recordó a los presentes sus orígenes africanos.

Con todo la cifra alcanzada no termina de convencer a todo el mundo, pues la ONG Ayuda en Acción, por ejemplo, afirma que representa sólo un tercio de lo que el mundo necesita en el momento actual.

En el encuentro con los líderes africanos también se aprobó una declaración para el fomento del acceso al agua y a los sistemas higiénicos en África. Asimismo, se acordó luchar contra la piratería en África oriental y contra el narcotráfico.

En la rueda de prensa de clausura, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, presidente de la reunión, insistió en la idea, ya anunciada el jueves, de que el G-8 no es suficiente para tomar decisiones de alcance global y que este grupo debe ampliarse a 14 miembros, con la entrada del G-5 y Egipto. Su posición enlaza con la de los jefes de Estado francés, Nicolas Sarkozy, y brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, partidarios de reformar el G-8 para que sea más representativo.

Obama, por su parte, consideró que ha habido «avances» en la cumbre, aunque también se declaró partidario de un sistema que reduzca el número de reuniones internacionales y las haga más eficaces. Parte del desafío, consideró, es revitalizar la ONU, pues en parte la necesidad de estas cumbres surge de que la Asamblea General «no siempre funciona de modo tan rápido o efectivo como sería necesario». Sea cual sea el sistema que se adopte, subrayó, es necesario incluir a las potencias del mundo en desarrollo, como China, India o Brasil.