París / Oviedo

Los sindicatos franceses llamaron ayer a dos nuevas jornadas de movilizaciones, el día 28 de este mes y el 6 de noviembre, contra la reforma de la ley de pensiones. Mientras, en las calles siguieron las movilizaciones de estudiantes, que este fin de semana comienzan sus vacaciones de Todos los Santos, y el suministro de combustible siguió estando dificultado por los paros en las refinerías y los bloqueos de depósitos.

La respuesta del Gobierno llegó directamente de la mano del presidente Sarkozy, quien aseguró que quienes han participado en enfrentamientos y disturbios callejeros durante las protestas serán «castigados sin ninguna debilidad» y «no tendrán la última palabra, porque», añadió, «en democracia hay un montón de maneras de expresarse, pero la violencia más cobarde, la más gratuita, no es aceptable».

A la vez, en el plano legislativo, el Gobierno pretende reducir al máximo el plazo para la aprobación de la nueva ley. Para ello, el ministro de Trabajo, Eric Woerth, reclamó por la tarde al Senado el «voto único» de una parte de los artículos adicionales del proyecto de ley. Según el ministro, «no está justificado destinar de nuevo cincuenta horas a los artículos adicionales».

El Gobierno teme que el debate parlamentario se extienda más allá de la próxima semana, lo que daría más alas a las protestas, en particular a la del 6 de noviembre, que contará de nuevo con el batallón estudiantil.