Ni China ni Corea, dos de las principales víctimas del imperialismo japonés antes de la II Guerra Mundial (IIGM) y durante la misma, se encuentran satisfechas con las celebraciones de Tokio con motivo del 70.º aniversario de la capitulación nipona en el conflicto, el 15 de agosto de 1945.

Si el viernes las disculpas incluidas en el discurso del primer ministro Shinzo Abe fueron consideradas "aguadas" por el régimen comunista de Pekín, ayer fue el turno de Corea del Sur, cuya presidenta, Park Geun-hye, afirmó que la alocución dejó "mucho que desear", a la vez que instó a Abe a respaldar sus disculpas "con acciones coherentes".

En su discurso, Abe se comprometió a mantener las posturas de anteriores Gobiernos, que en su momento lamentaron y pidieron perdón por las atrocidades del Japón imperial en lugares como la península coreana y China.

Aunque el primer ministro pidió perdón por el dolor causado, evitó emitir un contundente mensaje de disculpa durante su alocución, lo cual ha sido puesto en relación por sus vecinos con el aura militarista que le rodea desde su llegada al poder a finales de 2012.

Este aura se fundamenta en su intención de reformar la Constitución para dar un papel más prominente al Ejército y reforzar su presencia en un área, el Extremo Oriente, que va creciendo en tensiones a medida que China se convierte en el gran gigante económico planetario.

El malestar por la suavidad de las disculpas de Abe se agravó ayer cuando tres ministras de su Gobierno visitaron el polémico santuario tokiota de Yasukuni, muy ligado al pasado militarista del país. Yasukuni honra a los caídos por el país entre finales del siglo XIX y 1945 (entre ellos 14 criminales de guerra de clase A) y es fuente de fricción entre Japón y los países que sufrieron su dominio en el pasado siglo.

Ese contexto de crispación ha aminorado el impacto de las palabras del emperador Akihito, quien ayer expresó sus "profundos remordimientos" por la actuación nipona en la IIGM. "Al mirar al pasado, con profundos remordimientos por la guerra, expreso mis condolencias por los que cayeron en el campo de batalla y rezo para que esta tragedia no vuelva a repetirse, y por la paz y prosperidad de nuestro país", dijo el emperador nipón.