El nuevo Gobierno brasileño confirmó ayer su neta inclinación hacia el centro-derecha al anunciar dos de sus áreas ministeriales "duras" medidas de ajuste, sólo un día después de que el Senado decidiera apartar de la Presidencia a Dilma Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), mientras dure el juicio político que se le ha abierto por maquillar las cuentas públicas de los años 2014 y 2015.

Michel Temer, que presidirá Brasil mientras dure el "impeachment", tiene ante sí el reto de calmar a los mercados financieros e impedir que el retroceso del PIB se equipare al de 2015 (3,8%). Eso, por no hablar del riesgo de fractura que amenaza el país, polarizado entre detractores y seguidores de Rousseff.

El gabinete de Temer cuenta con hasta tres investigados por el escándalo de corrupción de Petrobras -en el que, sin embargo, no está implicada Rousseff- y uno de ellos, el de Planificación, Romero Jucá, fue uno de los primeros en confirmar el sentido de los cambios en la Jefatura del Estado y del Ejecutivo.

Jucá anunció que una de las prioridades del nuevo Gobierno es recortar al menos 4.000 empleos públicos para reducir el gasto y aumentar la eficacia. Y antes de escuchar las primeras críticas, recordó que el Ejecutivo de Rousseff se había comprometido a eliminar 2.000 puestos en la Administración, sin llegar a cumplir su promesa.

Jucá avanzó que los recortes de empleo público empezarán por los cargos de confianza o que ejercían funciones específicas remuneradas, no por los funcionarios de carrera ni los que desarrollan funciones estratégicas.

Por su parte, el nuevo ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, puso el acento en la necesidad de "equilibrar" las cuentas públicas, para lo cual adelantó que tomará medidas duras. Descartó, eso sí, una subida de impuestos.

En una entrevista concedida al diario "O Globo", explicó que en primer lugar es necesario fijar una meta fiscal que "debe ser realista para que pueda cumplirse", y después identificar las áreas donde hay que "racionalizar" el gasto. Todo ello para "invertir la trayectoria", explicó, en alusión a los gobiernos del PT.

Habló, pues, de tomar medidas duras, pero no "alzas de impuestos", pues "la finalidad básica de cualquier política económica es que vaya en interés de la población", razonó.

También desveló planes para reformar las pensiones con la inclusión de una edad mínima de jubilación, y apuntó la idea de que los bancos públicos deben estar dirigidos por "técnicos", porque "no son un instrumento para hacer política, son un instrumento de crédito y ahorro".

Entre tanto, en su primer día apartada de la Presidencia, Rousseff alertó de los "riesgos" que corren el país y su democracia desde que están bajo un "Gobierno ilegítimo", como consideró al de Temer. "Un Gobierno ilegítimo precisará siempre de mecanismos ilegítimos para mantenerse en el poder", advirtió.