La remodelación gubernamental acometida entre el lunes y ayer por la primera ministra británica, Theresa May, recibió ayer duras críticas tanto desde la prensa como desde el propio Partido Conservador. Los descontentos pusieron de manifiesto el caos que ha marcado el anuncio de los cambios, así como el rechazo de algunos políticos a aceptar las carteras que se les proponían. Los analistas consideraron de modo unánime que lo sucedido confirma la posición de debilidad en la que vive May desde que perdió la mayoría absoluta en las elecciones de junio de 2017.

La remodelación fue pensada para "refrescar" al equipo de May ante el inicio de la segunda fase de negociaciones del "Brexit" y tras un intenso 2017, saldado con la pírrica victoria electoral y la renuncia de tres de sus más relevantes ministros por escándalos, entre ellos su mano derecha, el primer secretario de Estado Damian Green.

Los cambios también se abordaron como un intento de introducir nuevos rostros en el Gobierno: más mujeres, más minorías étnicas y más jóvenes. Sin embargo, el resultado final ha sido contraproducente y en opinión de un comentarista de "The Times" sirvió "sólo para resaltar la incoherencia en Downing Street". El momento más crítico fue el anuncio erróneo de que el nuevo presidente del Partido Conservador sería el titular de Transportes, Chris Grayling. Será, sin embargo, el de Inmigración, Brendon Lewis, quien ocupe finalmente el cargo.