Los rasgos principales que caracterizan la estructura del sector de la manzana de sidra, en Asturias, se definen por la pequeña dimensión y la dispersión de explotaciones, la falta de dedicación profesional, en exclusiva, de gran parte de los titulares, así como escasez de procedimientos técnicos modernos y una notable insuficiencia de inversiones y mecanización del proceso de cultivo del manzano, a lo cual hay que añadir un sistema de recolección artesanal y una comercialización de las manzanas que sigue en cualquier caso la organización y criterios del sector de la industria de elaboración.

El cultivo de este tipo de frutales se lleva a cabo, en Asturias, de dos modos diferentes: uno intensivo, llamado cultivo en eje, y otro extensivo, que es el que tiene mayor arraigo tradicional. Este último es el sistema de cultivo más extendido en nuestra región, pues sigue utilizando procedimientos y técnicas usados desde la más remota antigüedad que, si bien han ido experimentando evoluciones progresivas, se caracterizan, sobre todo, por un aprovechamiento extensivo y simultáneo del manzano y del prado natural mediante siegas y pasto, formando extensas pomaradas con árboles de gran porte plantados en marco o al tresbolillo que es la forma triangular, con sistema de formación en copa o vaso libre a todo viento, en que predominan variedades locales y complementarias, repartidas al azar, y donde los cuidados requeridos son escasos y la producción es de vecería en años alternativos. El llamado cultivo en eje es un método de cultivo más moderno y productivo, introducido, hace casi tres décadas, por los Servicios de Desarrollo Agroalimentario del Principado (Serida) y que representan en la actualidad una superficie de cultivo muy pequeña respecto a la total de manzano en la región. Forma pomaradas de explotación intensiva con árboles de menor porte y empleando portainjertos, marcos de plantación de forma rectangular y distribución de variedades por líneas alternativas; además, en este sistema de cultivo en eje se utilizan, por lo general, técnicas modernas de producción en todas las fases, caracterizándose por ser un cultivo de secano con variedades tardías tanto en floración de los frutales como en la época de recolección de las manzanas.

Un análisis de diversos aspectos que definen el perfil medio del titular de estas explotaciones nos revela que en su mayor parte están ligadas a una segunda actividad laboral y a personas jubiladas, siendo una exigua minoría las llevadas por profesionales y empresas con dedicación principal. Por lo que hace a la superficie por explotación dedicada a este cultivo, los valores generales se encuentran entre media hectárea y tres hectáreas, con una tendencia clara al aumento de la superficie media por explotación. La comercialización de esta manzana se organiza y controla por el sector de elaboración de sidra y sus precios en mercado los determina la circunstancia coyuntural de la oferta de manzana, procedente del exterior, sin olvidar que el resultado anual de las cosechas siempre se encuentra condicionado a la vecería del producto.

Las ayudas y subvenciones oficiales han logrado que el sector de la manzana de sidra evolucione en muchos aspectos, pero todavía es urgente y necesaria una previa modernización de la cadena productiva que incluya posteriormente un proceso definitorio de diferenciación de calidades varietales en las manzanas de sidra y otros tipos de medidas necesarias para asentar las diversas posibilidades del sector hacia una producción de calidad. Con todo, las perspectivas de este sector son positivas y atrayentes, a partir de la creación del consejo regulador de la sidra asturiana, que no debiera tratar de imponerse de una manera excluyente, dejando que haya otras producciones de sidra alternativas que deberán ganar la confianza del mercado a base de acreditar su calidad.