Viene de la página anterior

¿Qué tiene la asturiana de los valles que la hace tan especial? Esa es la gran pregunta que se hacen los profanos en materia ganadera y que contesta sin dudar Maximino Ron, el presidente de los criadores. Para él, ganadero de Cangas del Narcea, el gran secreto de la asturiana es el ofrecer un altísimo rendimiento en la producción de carne. El rendimiento por canal es superior al del resto de las razas porque las reses autóctonas tienen poco grueso, mucho músculo y una reducida cantidad de grasa. Esa configuración «atlética» se ha ido forjando en el tiempo con una alimentación basada en pastos naturales y una forma de vida con intensas «caminatas» por los prados y montes asturianos. Maximino Ron opina que a pesar de su enorme expansión por España y sus incursiones en América, a la raza asturiana no se le hace justicia. «Creo que no se la valora al cien por ciento, a lo mejor es porque el modo de producción de la carne la encarece y eso a veces desanima al consumidor».

Ángel Castañón no pasa por alto la extraordinaria capacidad de las reses autóctonas para adaptarse a duras condiciones climáticas y orográficas. Explica que la raza asturiana es la mejor adaptada al medio regional, ya que llevan cientos de años de proceso de selección de los animales mejor adaptados. Añade que las vacas pueden jugar un papel esencial en el aprovechamiento de las 300.000 hectáreas de prados y pastizales asturianos.

En un estudio realizado por la Universidad de Zaragoza, en casi todos los aspectos la carne de la asturiana de los valles supera a las demás razas españolas. La única pega es la escasez de engrasamiento en el caso de los terneros culones. El gran objetivo de los criadores es conseguir un incremento de las ventas de la carne que cuenta con una marca de calidad europea. Ron reconoce que en otras comunidades se publicitan más los productos propios. «Una buena campaña publicitaria sería genial para publicitar nuestra carne». De momento, la asturiana resiste en los prados.